- Que el mes comience con un lunes 1º
- El agua de limón
- Leche fría cuando llegaba del colegio a >35º
- Caminar descalza
- Caminar descalza en pasto húmedo
- Programas de make-overs en la tele
- Espiar la última página de un libro nuevo
- Ir a la playa sola y flotar “de muertito”
- Asolearme
- Alcatraces, girasoles y astromelias
- Productos para el pelo, cuerpo y cara que huelen rico y tienen envases coloridos
- Chocomilk de licuadora
- Kranky’s
- Gatorade de naranja
- Minifaldas
- Imagine –John Lennon
- Óleo y aguarrás
- Reconocer San José del Cabo desde la ventana del avión
- Tomar apuntes en papel y con plumones de colores
- Cantar a todo pulmón
- Que el viento me despeine
- Pasarme horas en el teléfono
- Leer mis textos viejos
- Tomar fotos en los momentos más absurdos
- Lavar, secar doblar y guardar ropa (en orden y por colores)
- Friends
- Ropa interior bonita
- Estampado de puntitos
- Que mis uñas se vean bonitas
- Hacer listas (¡y cumplirlas!)
- Corregir ortografía
- Una pluma que “pinte bonito”
- Vodka con cranberry
- Hablar sola, cuestionarme, regañarme y apreciarme
- Pintarme los ojos de negro (¡Muy negro!)
- Cuando los jeans se ajustan perfecto
- Encontrarme pecas nuevas en la espalda
- El olor a Pinol
- Cuando la gente se da cuenta que soy más, mucho más que “una cara bonita”
- Que me elogien lo que escribo
- Comida de los sábados en casa de los abuelos
- Carlos V
- Las enchiladas verdes de mi Tía Gaby
- El arroz con leche de Ale
- Cuando me pongo nerviosa por leer un mensaje y simplemente observo el celular, sonriendo estúpidamente
- Cuando me duelen los cachetes por sonreír estúpidamente
- Contestar “todo bien” y que no me lo crean
- Discusiones inteligentes; argumentos, no berrinches
- Despertarme después de las 14:00 hrs
- Converse blancos
- ¡Gatos! Suaves patitas que trepan sobre mí
- Bufandas grandes
- Ir a una mercería y tocar tooodas las telas
- Ataques de risa
- Que mi mejor amiga me entienda
- Cuando llego a mi casa y Mazapán me recibe
- Helado de zarzamora de la Dolphy
- Organizar todo en cajas con etiquetas y saber perfectamente dónde están los clips, sobres, cables, etc.
- Liquidar mis deudas
- Ir al salón de belleza (uñas, corte, tinte, etc)
- Que un cliente en el teléfono me diga que tengo excelente actitud y carisma
- Pasar horas en la regadera, al menos una vez al mes
- Perderme en la profundidad de unos ojos que aunque no hablen, me dicen que sienten igual que yo
- La noche antes del primer día de clases
- Palomitas con M n’ M’s
- Ver películas todo un fin de semana en pijama
- Forrar regalos con nada más que listones, cinta y papel de china
- Hornear recetas de pasteles nuevos
- Aprender a hacer arroz… ¡Sin que se me queme!
- Acampar en la playa
- Quedarme despierta hasta el amanecer
- Pijamadas de películas de miedo y golosinas
- Micheladas de sabores
- Servir como buen ejemplo y asesor para quien sé que lo necesita
- Que mi abuelita diga que somos amigas
- Darme cuenta que me observas
- Latte espumoso y con tres de splenda
- Ver fotos viejas y recordarlo todo
- Escuchar Chasing Cars –Snow Patrol y volver a una mañana camino a la escuela en abril de 2008
- Ritz con queso Philadelphia
- La canción perfecta en el momento perfecto
- Que se me olvide todo y voluntariamente perder el control aunque sea por unas horas
- Llegar puntual a una cita
- Ver las estrellas
- Pudín de chocolate
- Releer Harry Potter
- Que me dé “el simple” cuando menos lo espero
- Manejar en carretera
- Escribir en cursiva
- Ver la superficie del mar desde abajo y pensar cómo por un segundo todo se detuvo, incluso el latir de tu propio corazón
- Tronarme los dedos de las manos, el cuello, la espalda y las piernas
- Inesperadas conversaciones de medianoche con esas personas que realmente importan
- Jumex de mango
- Abrazos “ricos”
- Organizar “el súper” cuando llego a mi casa con ayuda de tuppers y bolsitas ziplock
- Que me digan que soy “platicable”
- Tomar cafesitos chismosos con mis amigas
- El agua de sandía
- Empezar una agenda nueva, con bonita letra
- Abrir los ojos, ver que aún hay tiempo y acostarme a pensar en todo lo que quiero y cómo es que lo voy a conseguir.
Filtro de lo que hay allá afuera. Mente que procesa materia prima y la convierte en un nosequé supuestamente agente de cambio
domingo, 1 de diciembre de 2013
Las pequeñas cosas que me hacen inmediata y genuinamente feliz
martes, 29 de octubre de 2013
El noventa y tres
...Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones
sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el
amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de
todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los
sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni
por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a
quererte, te quiero porque no sos mía, porque estas del otro lado, ahí donde me
invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo mas profundo de la
posesión no estas en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay
horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar,
con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los
autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no
se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente
sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la
operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés
como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después
de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo
al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave,
amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio
desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer
una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme poco en vos, no habría más que
sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y a poco empezarían a
brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la
hermosura.. dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando
una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien
así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es
gratuito.
¿Por qué stop? Por miedo de empezar
las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del
otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te
quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos
amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del
amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general
sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una
mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como sise
pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y
te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen
porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no
se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando
salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de
escriba, las perras negras se vengan como pueden, me mordisquean desde debajo
de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, pourquoi,
why, warum, perché este horror a las perras negras? (...) Tengo miedo de ese
proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo
(...) En guerra con la palabra, en guerra, todo lo que sea necesario aunque
haya que renunciar a la inteligencia, quedarse en el mero pedido de papas
fritas y los telegramas Reuter, en las cartas de mi doble hermano y los
diálogos del cine. Curioso, muy curioso que Puttenham sintiera las palabras
como si fueran objetos, y hasta criaturas con vida propia. También a mí, a
veces, me parece estar engendrando ríos de hormigas feroces que se comerán el
mundo...
Julio Cortázar, RAYUELA, Capítulo 93
–fragmento-
miércoles, 16 de octubre de 2013
lunes, 2 de septiembre de 2013
Vestir de rojo en un día nublado
De esos días en los que te quieres rendir, en los que los hombros
aflojan, las piernas tiemblan y sientes que te vas a caer. En los que ya ni
siquiera te preocupa lo que la caída implica, los golpes, las cosas que puedes
romper, que te saldrá un horrible y verde moretón en la pierna y que romperías
la ilusión de todos los que te voltean a ver hacia arriba.
Y te vale madre. Piensas en todo lo que estás logrando, te echas
porras, te das cuenta de lo lejos que has llegado y lo poco que te falta por
alcanzar algunas de tus más importantes metas; y sin embargo te vale madre. Días
en los que te gustaría todo se resolviera por sí mismo, en los que lo único que
quieres es dormir, ni si quiera se te antoja un chocolate, tan sólo quieres
dormir y que el mundo gire sin tu impulso, sin la fuerza con que te aferras a
él y a las cosas que te invitan a seguir girando, caminando, corriendo…
De esos días en los que te das cuenta de lo cansada que estás, en
los que envidias a todos aquellos que la han tenido más fácil, y al mismo
tiempo te enorgulleces de saber que has llegado más lejos y por tus propios
méritos. De esos días en que te da coraje el darte cuenta que sonríes menos y
te quejas más, que el espejo demuestra te has convertido en una persona que no
reconoces. Acércate, mira esos ojos negros que se derrumban por el peso de un
alma cansada, que están a punto de dejarse llevar por el hastío. Querer decirlo
todo, llorarlo todo, gritarlo todo! Querer abandonarlo todo y tan sólo
dedicarme a aquello que me hace feliz, si es que pudiera descubrirlo, deja tu
descubrirlo… valorarlo! No quiero dejar de ser yo, no quiero perder eso que es
lo que se supone que me hace ser yo, no quiero dejar de brillar, de hablar a
mil por hora, de cantar, de vaciar mi mente, de disfrutar las nubes en el
cielo, de saborear un café y no sólo esperar que me despierte, de recostarme en
el pasto a pensar, de emocionarme en clases, de tener proyectos, de elaborar
planes y cumplirlos, de ser proactiva, de ser intensa, de querer hacer cosas,
no quiero dejar de querer todo lo que quiero y dar todo lo que puedo por
obtenerlo. No quiero convertirme en esto, en apatía, hastio﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽vertirme en esto, en apatenerlo. no
, de ser intensa, de querer hacer cosas, no quiero dejar de querer todo lo que
quiío y quejas 24/7. No quiero ser una lágrima y tampoco sonrisa, tan
sólo quisiera encontrar el punto medio, pensar menos y caminar más, no irme
chueca en el camino, no dudar, no preocuparme por todo aquello que no puedo
controlar.
De esos días en que sabes perfectamente que con todo puedes, que
aunque suene pedante el potencial lo tienes, y no tiene nada de malo el ser
pedante de vez en cuando, aceptación de quien eres y un pequeño impulso al ego,
o grande. Modestia inútil que evoca a todo lo que siempre supiste que podías
ser y no fuiste porque el reconocimiento público jamás fue lo tuyo, ¿o sí?. Conocer
perfectamente tus aptitudes y habilidades, tus áreas fuertes y sin embargo no
explotarlas por no saber cómo canalizar. Y al mismo tiempo de todos los halagos
personales la otra voz dentro de ti te convence que a pesar de comprender y
racionalizar acerca de todo lo que estás dispuesta a hacer, todo lo que has
hecho, no es suficiente simple y sencillamente porque no es lo que quieres. Esos
días en los que simplemente ya no quieres, en que lo que haces ha perdido
sentido, su significación va más allá de lo que implica en tu vida y se orienta
hacia un diario navegar por el mundo como en piloto automático. De esos días en
los que quieres apagarle el switch a ese motor que te impulsa pero no te genera
nada, el tiempo pasa, todo pasa y sigues igual.
Saber que es tan sólo un día, de esos que son necesarios un par de
veces al año y ya. Al día siguiente te levantas y sigues adelante como si nada
hubiera pasado, sabes que es lo que debes hacer y lo haces. Sin embargo en el
fondo sabes que no es lo que quieres, sabes que lo que quieres es la meta que
está al final más no el sinuoso camino que lleva hacia ella. Sacrificio,
madurez, responsabilidad y ganas de que esto acabe pronto. Pero, ¿quién me
regresa el tiempo que invertí, lo que no viví y lo que aprendí a vivir? El resultado
lo vale, el crecimiento personal, desarrollo profesional, incursión en el mundo
laboral, académico, emocional, espiritual… sea lo que sea que diga el sermón
motivacional que susurra mi propia cabeza hoy me vale madre. Hoy quiero que
todo me sea fácil. No, no es cierto. Hoy quiero querer eso, no por siempre, sólo
hoy.
miércoles, 31 de julio de 2013
Diagnosis
When was the last time you were out
there in the darkness? No lights, no sounds, no knowledge of your whereabouts
or any sign of companion. When was the last time you felt alive with the cold
summer breeze and your own thoughts as witnesses of your existence. Feel the
bliss within the silence, within yourself and your surroundings. When was the
last time you talked to yourself, laughed at yourself, looked at yourself in a
mirror while shedding tears from the corner of your left eye, taking a close
look at pain itself without even feeling sorry about it, without feeling at
all, just standing there in front of you in numbness. When was the last time
you made yourself proud, so proud you did not even need to tell anyone else
about it, self acknowledgement is sometimes the best reward not because showing
off isn’t amazing but because you know you have always been your toughest
judge.
When was the last time you had
control over every little detail of that one thing you know you can’t even take
off the top of your head if you try your heart out?
When was the last time impotence
made you cry? Overwhelming desire for something you know you can’t just not
have; but whether you eventually will or not is something that couldn’t be
further from your own personal decisions and capabilities.
When was the last time you did
something crazy? Why did you stop? When was the last time overthinking kept you
from sleeping at four in the morning? Sleepless nights that develop a pattern
that will forever remain written in your soul; that infinite soul that
nourishes from tiny particles of laughter and microscopic anemones of love.
When was the last time you felt love? Made love? Received love? Gave love? When
was the last time the illusion of love kept you smiling, at least for a second,
that split second until you realized it was never there, it was just the shadow
of a possibility very much like the reflection of the left eye tear in the
mirror that one day when you met yourself at your most vulnerable stage, yet
the best one, the one left unseen. When was the last time you felt afraid to be
alone? Was it fear of missing someone or just of been left with your own self?
domingo, 21 de julio de 2013
;
Punto y coma. Abusar de ellos desde mis textos más viejos, no
querer terminar con una idea, aferrarme a ella, buscarle variantes, darle una y
otra vuelta a lo mismo separando ideas con un punto y coma; nunca querer que se
acabe algo que me gusta, que me hace sonreír, algo de lo que sé y me encanta
hablar, aunque la gente se maree; error gramatical que dota de cordura mi
pensamiento, mi sentimiento, mi existir.
Es no darle cierre a una idea, encontrarle alternativas,
posibilidades, realidades alternas que quizá no existan pero yo se las invento;
punto y coma como la representación de mi deseo de que las cosas perduren,
algunas veces más de lo necesario, más de lo recomendable; es hacer una pausa y
escribir un capítulo más de la misma historia; es no querer que termine por no
conocer el final adecuado; punto y coma que sugiere hay algo más aún cuando
toda la evidencia parece indicar lo contrario, quizá hasta la ausencia no de un
final sino de un inicio a todo eso que para mí significa tanto pero es en el
plano real inexistente; lo que me invento, lo que quiero creer pero en el fondo
sé que no debería; es alargar el sufrimiento, es masoquismo y dicha; sonrisa y
lágrima. Querer separar, querer discernir y sin embargo permanecer, darle vida
a lo inerte y que continúe; prolongar hasta el límite; dar vueltas, rodeos
interminables a una idealización que nace dentro de mí y se muere, me mata por
existir.
Hasta que se me acaba el papel, el insumo para seguir construyendo
ideas dentro de una idea que se piensa en la cabeza de la que se rehúsa a
terminar pero se ve obligada a dar cierre, no por voluntad sino por imposición;
punto y coma, un caracter que se opone a mi estabilidad emocional y alimenta el
divagar de una mente que le busca sentido a lo absurdo y una explicación a lo
que nunca pasó.
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