Ser
un jarrón con flores amarillas, ser tu edición favorita de Cien Años de
Soledad, ser los ojos que detrás de un lente observan el enigmático baile de tu
esencia. Ser las posibilidades olvidadas, ser las olas que rompen en mar
abierto y que de lejos disimulan su potencia. Ser el humo azul que despide el
papel al quemarse, ser el calor del sol en tus piernas que aunque duele,
reconforta. Ser el diccionario de todas las palabras sin pronunciar, de las
ideas que no se formularon, las conclusiones utópicas a las que nadie nunca
llegó. Ser el reflejo de la luz en la superficie del mar vista desde abajo,
donde se detiene el tiempo y el eco de tu mente resuena en cada salpicar. Ser
el aire que escapa de ti con cada suspiro, ser la razón del suspiro, el remedio
del suspiro. Ser una promesa que al cumplirse se borra, ser lágrima de
decepción y carcajada honesta. Ser el miedo que no compartes y la dicha que
solías irradiar al contemplar las nubes.
Ser
el deseo de un alma viva, ser el más vívido de los recuerdos, el detalle que no
se olvida y que aporta al conjunto de conjuntos irrepetibles que eres tú.
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