Y sí. A veces todavía tengo miedos, dudas, inseguridades que orillan hacia pensamientos tan negros que me resultan absurdos. Caminar en una
repentina oscuridad sabiendo el camino exacto habiéndolo transitado cientos de
veces; sin embargo aún sintiendo temor de haber tomado la senda equivocada y de
no tener la posibilidad de prender la luz sólo para corroborar y seguir
andando. Creo que de eso se trata la confianza, de andar con los ojos vendados
con la absoluta certeza de que el camino recorrido lleva a nuestro destino, sin
importar los obstáculos que sorpresivamente se nos vayan a presentar, sin si
quiera detenerse a pensar en mirar atrás o palpar las paredes en busca de un
interruptor. Es saber que pase lo que pase todo estará bien, que la dirección
es la adecuada.
De cualquier manera, aún da miedo. No es tan fácil como cerrar los
ojos y entregarte por completo al abismo. Al menos para mi no lo es. Y no es
que haya vivido demasiadas decepciones o caídas, es simplemente que lucho contra
ese deseo de protegerme a mí misma de lo que hay allá afuera. Sé que vale la
pena, me he convencido de que así es , pero de cualquier manera me sigue
aterrando el hecho de que todo salga mal; la sensación de fracasar luego de
haberlo dado todo. Hay que tomar riesgos para recibir grandes recompensas, sí;
pero no quiero perder. Creo que mi mayor temor es el saber que existe la
posibilidad de que todo sea una ilusión creada por una mente deseosa de
satisfacción, que la realidad no sea la misma que en mi cabeza. Me da miedo, terror,
darme cuenta que esto podría no existir en la vida real como suelo decir muy en
broma. El asunto es que esto no es ninguna broma. This is the real deal. O al
menos eso es lo que me gusta creer. No quisiera un día despertar y percatarme
de cómo idealicé una situación que objetivamente nunca fue lo que esperaba de
ella. Tengo miedo de ser sólo yo aquí, sintiendo, pensando, temiendo. Ojalá fuese tan fácil como decir: let it be; y seguir mi vida sin detenerme a pensar en las
consecuencias y resultados, en las expectativas y los sueños, en la realidad
que me rodea y que probablemente sea muy distante a la que se encuentra dentro
de mí. O a lo mejor estoy exagerando, quizá las cosas sí sean así de sencillas
y lo único que tengo que hacer es dejarme llevar por las circunstancias, por
mis sentimientos y el presente sin dedicar mayor tiempo ni desgaste hacia la
predicción de un futuro incierto.
Tan sólo quiero una razón, un hecho, una acción que me demuestre
que voy bien; no pido que enciendan las luces por una hora para analizar todos
los detalles de mi trayectoria sino una pequeña y efímera llamita de que me
permita ver cómo todo está en orden, una luz de bengala que no dure más de 10
segundos, suficientes para reafirmar mi camino y seguir adelante, esta vez con
seguridad y sin temor alguno.
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