El suave roce del aire frío sobre mi cara a las nueve de la
mañana. Un trago de dulce café caliente que le recuerda a mis labios que en
ellos existe vida. Sentir cómo mientras transcurre el día te vas llenando de
energía, de palabras, de ideas.
Estás hecha de cinta doble, esa que tanto te gusta, por útil,
porque se adueña de todo. A las once de la mañana ya cambiaste. Ya no eres la
misma. Voltear a tu reflejo en un cristal y sentirte no sólo linda sino
completamente tú. ¡Qué maravillosa esa capacidad nuestra de cambiar, de
renovar!
Me gusta cómo me quedan estos pantalones, cómodos y ajustados. No hay
que subirlos con cada cambio de postura. El color que elegí para mis uñas es
brillante, se ven bonitas y forman parte de esas muy pequeñas cosas que me
sacan una sonrisa en esos días en que parece que el mundo está siendo filmado
con un filtro gris.
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