Ana, fluorescente todo el tiempo, luchando por destacar, no caer
en el abismo de la cotidianidad. Siempre en búsqueda de sí misma, de la esencia
que se oculta tras una gruesa capa de pecas, ideas y conflictos que le han
moldeado el espíritu.
Cursi y burbujeante al extremo, al punto que se puede llegar a asumir
que se trata de alguien superfluo. Uno no debe dejarse llevar por esa noción
que se obtiene de la observación momentánea. Debajo de todo esto yace la
intimidad de una persona efímera, que cambia a cada instante como esa
servilleta que aunque recibes en blanco, al final de la merienda es capaz de
contar una historia en sí misma; partiendo del honesto punto de vista de la
memoria empírica.
Con una filosofía de vida en constante construcción, Ana flota
sobre la realidad como si lo hiciera con un vehículo etéreo y mágico que permitiese
apreciar las cosas desde fuera. Siempre, siempre pensando. Buscando conexiones,
la relación que existe entre un pedazo de caucho, el heno y la arena del mar,
¿Existe? Habrá que crearla. Pertenencia ilusoria en muchos sitios a la vez,
pero sobre todo en ella misma.
Cabe confesar, a veces la abruma el hastío, esa limitante de la
naturaleza humana de ver más allá del hoy. Instantes de desesperación que la
orillan a una obligada recapitulación del ser. Anhelo por encontrar la belleza
en la complejidad de cada instante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario