Cuida que el suave viento no se lleve la mercancía. El globero ata
cada uno de los superhéroes, personajes de caricaturas y animalitos en un mismo
nudo que evita vuelen con alas propias.
No es necesario hacer propaganda, los globos por sí solos llaman
la atención de tantos niños, que como Andrés, jalan el pantalón de su papá para
que le obsequie un cocodrilo que si lo tiras de un cordón abre las fauces.
Increíble lo fácil que es regalar esa inmediata felicidad, la que
se dibuja en el rostro de un niño que por un instante no ve ni escucha otra
cosa que no sea su pequeño globo. Bueno sería el recuperar esa habilidad de
sonreír sin esfuerzo, al menos hasta que la ilusión, como el globo, truenen
ante un pinchazo.
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