Mostrando entradas con la etiqueta emo mil. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta emo mil. Mostrar todas las entradas

lunes, 2 de septiembre de 2013

Vestir de rojo en un día nublado


De esos días en los que te quieres rendir, en los que los hombros aflojan, las piernas tiemblan y sientes que te vas a caer. En los que ya ni siquiera te preocupa lo que la caída implica, los golpes, las cosas que puedes romper, que te saldrá un horrible y verde moretón en la pierna y que romperías la ilusión de todos los que te voltean a ver hacia arriba.

Y te vale madre. Piensas en todo lo que estás logrando, te echas porras, te das cuenta de lo lejos que has llegado y lo poco que te falta por alcanzar algunas de tus más importantes metas; y sin embargo te vale madre. Días en los que te gustaría todo se resolviera por sí mismo, en los que lo único que quieres es dormir, ni si quiera se te antoja un chocolate, tan sólo quieres dormir y que el mundo gire sin tu impulso, sin la fuerza con que te aferras a él y a las cosas que te invitan a seguir girando, caminando, corriendo…

De esos días en los que te das cuenta de lo cansada que estás, en los que envidias a todos aquellos que la han tenido más fácil, y al mismo tiempo te enorgulleces de saber que has llegado más lejos y por tus propios méritos. De esos días en que te da coraje el darte cuenta que sonríes menos y te quejas más, que el espejo demuestra te has convertido en una persona que no reconoces. Acércate, mira esos ojos negros que se derrumban por el peso de un alma cansada, que están a punto de dejarse llevar por el hastío. Querer decirlo todo, llorarlo todo, gritarlo todo! Querer abandonarlo todo y tan sólo dedicarme a aquello que me hace feliz, si es que pudiera descubrirlo, deja tu descubrirlo… valorarlo! No quiero dejar de ser yo, no quiero perder eso que es lo que se supone que me hace ser yo, no quiero dejar de brillar, de hablar a mil por hora, de cantar, de vaciar mi mente, de disfrutar las nubes en el cielo, de saborear un café y no sólo esperar que me despierte, de recostarme en el pasto a pensar, de emocionarme en clases, de tener proyectos, de elaborar planes y cumplirlos, de ser proactiva, de ser intensa, de querer hacer cosas, no quiero dejar de querer todo lo que quiero y dar todo lo que puedo por obtenerlo. No quiero convertirme en esto, en apatía, hastio﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽vertirme en esto, en apatenerlo. no , de ser intensa, de querer hacer cosas, no quiero dejar de querer todo lo que quiío y quejas 24/7. No quiero ser una lágrima y tampoco sonrisa, tan sólo quisiera encontrar el punto medio, pensar menos y caminar más, no irme chueca en el camino, no dudar, no preocuparme por todo aquello que no puedo controlar.

De esos días en que sabes perfectamente que con todo puedes, que aunque suene pedante el potencial lo tienes, y no tiene nada de malo el ser pedante de vez en cuando, aceptación de quien eres y un pequeño impulso al ego, o grande. Modestia inútil que evoca a todo lo que siempre supiste que podías ser y no fuiste porque el reconocimiento público jamás fue lo tuyo, ¿o sí?. Conocer perfectamente tus aptitudes y habilidades, tus áreas fuertes y sin embargo no explotarlas por no saber cómo canalizar. Y al mismo tiempo de todos los halagos personales la otra voz dentro de ti te convence que a pesar de comprender y racionalizar acerca de todo lo que estás dispuesta a hacer, todo lo que has hecho, no es suficiente simple y sencillamente porque no es lo que quieres. Esos días en los que simplemente ya no quieres, en que lo que haces ha perdido sentido, su significación va más allá de lo que implica en tu vida y se orienta hacia un diario navegar por el mundo como en piloto automático. De esos días en los que quieres apagarle el switch a ese motor que te impulsa pero no te genera nada, el tiempo pasa, todo pasa y sigues igual.

Saber que es tan sólo un día, de esos que son necesarios un par de veces al año y ya. Al día siguiente te levantas y sigues adelante como si nada hubiera pasado, sabes que es lo que debes hacer y lo haces. Sin embargo en el fondo sabes que no es lo que quieres, sabes que lo que quieres es la meta que está al final más no el sinuoso camino que lleva hacia ella. Sacrificio, madurez, responsabilidad y ganas de que esto acabe pronto. Pero, ¿quién me regresa el tiempo que invertí, lo que no viví y lo que aprendí a vivir? El resultado lo vale, el crecimiento personal, desarrollo profesional, incursión en el mundo laboral, académico, emocional, espiritual… sea lo que sea que diga el sermón motivacional que susurra mi propia cabeza hoy me vale madre. Hoy quiero que todo me sea fácil. No, no es cierto. Hoy quiero querer eso, no por siempre, sólo hoy. 

jueves, 7 de marzo de 2013

Pensar en una voz muy, muy alta



Hoy escribo enojada, triste, sin ganas, con coraje. Sin pensar, sin si quiera tomarme la molestia de sacar el cuaderno de mi buró, abrir un documento en word. No. Hoy escribo como hace mucho no lo hago, por impulso, por rabia, por no encontrar otra salida.

Quiero irme, no sé a dónde, sólo irme. Sola, no quiero a nadie ahí, quiero vaciarme, sacarlo todo y quedar en blanco, sin risas, sin ideas que revoloteen dentro de mis pupilas buscando escabullirse por las esquinas y derramarse hasta entrar en la comisura de mis labios. Quiero huir, de verdad. huir de los problemas que no existen más que dentro de mi. Huir de las opiniones que quisiera convencerme no me importan. Huir de la realidad que por incontrolable dejó de causar en mi un entusiasmo.

Y quiero volver, y que no me importe lo que hoy me tiene así.

Estoy harta, estoy harta, estoy harta. ¿Por qué me importan tanto tantas cosas? ¿Por qué soy tan aprehensiva? ¿De qué me sirve cuestionar? ¿De qué me sirve que haya gente que me diga lo maravillosa persona que soy, lo bonita, lista, inteligente, BLA. BLA. BLA?

Hoy soy fatalista. Hoy quiero dormirme y despertar en esa utópica realidad en la que lo que soy coincide con lo que quiero ser, en la que lo que tengo es exactamente lo que siempre deseé. Quiero. Pero de querer no se consigue nada.

Quiero llorar tanto. Y sin embargo cada lágrima me da coraje, me enoja el saberme vulnerable. ¿Qué me pasó? ¿En qué momento volví al drama? ¿Se le puede atribuir una razón a mi negatividad, al martirio de haberme hecho tan melodramática? Constante recapitular de todo lo que desde el día uno he hecho mal; de lo que pude haber hecho bien, mejor. Del esfuerzo que pude poner, de lo que pude dar y por miedo no di. Miedo a estarlo haciendo todo mal. Miedo a que por entre los dedos se me escape la vida, la dicha de estar aquí.

Querer tirar los muros hasta abajo, que me valga madre todo lo que me tardé en construirlos. Querer sentir. Morirme de ganas de sentir algo más que esto. Algo más que esta perfectamente definida impotencia.

miércoles, 9 de marzo de 2011

"I'm feeling black"

Normalmente planeo perfecto todo lo que escribo, hago una idea en mi mente y luego ya procedo a traducirla en palabras. Hoy no. Simplemente no tengo ganas.

¿No es horrible cuando en un día todo va perfecto. Las cosas salen justo como quieres. Un día lindo, divertido, con risas, besos y abrazos y mucha felicidad, en pocas palabras, un día rosa (esos de los que hablé el otro día). Pero de repente toda esa alegría y perfección se esfuma, algo pasa que te cambia el día. Y por más que quieres ser fuerte y no dejar que te afecte; por más que intentas seguir adelante con la frente en alto convenciéndote a ti mismo de que no ha pasado absolutamente nada; por más que tratas de evadirlo, reírte y restarle importancia al hecho... No siempre se puede.?

Bueno, hoy es uno de esos días. Llamémoslo un día azúl. Así como los británicos dicen: "I'm feeling blue". No, mejor no, la verdad me gusta mucho el azúl. No sé porque, pero se me hace un color fresco, pacífico... el cielo es azúl, el mar es azúl... No, azúl no. Negro. El negro es sobrio, el negro es aburrido, las personas van de negro a los funerales, cuando algo se descompone se pone negro, cuando alguien es cruel, se dice que tiene un alma negra. Y estos días son definitivamente crueles... Sí, negro será.

¿Cuál es el problema que cambia los días de color? Carece de importancia, el punto es que cambió. Ahora, qué se puede hacer para volver a la tranquilidad. ¿Cómo evadir algo que está dando vueltas en tu mente y no te deja ni respirar? ¿Se puede? Seguro sí, solo aún no encuentro la manera. Sucede que hay tanto que hacer que uno no se puede dar el lujo de dejarlo todo solo por buscar la manera de eliminar ese nudo en la garganta, esas lágrimas que no salen y solo torturan. Lágrimas crueles, despiadadas y egoístas. ¿Por qué no salen de una vez y me dejan en paz?

Solución temporal: café con leche, calientito y con mucho splenda. Ah, y una sesión de desahogo tecnológico.