domingo, 1 de diciembre de 2013

Las pequeñas cosas que me hacen inmediata y genuinamente feliz


  1. Que el mes comience con un lunes 1º
  2. El agua de limón
  3. Leche fría cuando llegaba del colegio a >35º
  4. Caminar descalza
  5. Caminar descalza en pasto húmedo
  6. Programas de make-overs en la tele
  7. Espiar la última página de un libro nuevo
  8. Ir a la playa sola y flotar “de muertito”
  9. Asolearme
  10. Alcatraces, girasoles y astromelias
  11. Productos para el pelo, cuerpo y cara que huelen rico y tienen envases coloridos
  12. Chocomilk de licuadora
  13. Kranky’s
  14. Gatorade de naranja
  15. Minifaldas
  16. Imagine –John Lennon
  17. Óleo y aguarrás
  18. Reconocer San José del Cabo desde la ventana del avión
  19. Tomar apuntes en papel y con plumones de colores
  20. Cantar a todo pulmón
  21. Que el viento me despeine
  22. Pasarme horas en el teléfono
  23. Leer mis textos viejos
  24. Tomar fotos en los momentos más absurdos
  25. Lavar, secar doblar y guardar ropa (en orden y por colores)
  26. Friends
  27. Ropa interior bonita
  28. Estampado de puntitos
  29. Que mis uñas se vean bonitas
  30. Hacer listas (¡y cumplirlas!)
  31. Corregir ortografía
  32. Una pluma que “pinte bonito”
  33. Vodka con cranberry
  34. Hablar sola, cuestionarme, regañarme y apreciarme
  35. Pintarme los ojos de negro (¡Muy negro!)
  36. Cuando los jeans se ajustan perfecto
  37. Encontrarme pecas nuevas en la espalda
  38. El olor a Pinol
  39. Cuando la gente se da cuenta que soy más, mucho más que “una cara bonita”
  40. Que me elogien lo que escribo
  41. Comida de los sábados en casa de los abuelos
  42. Carlos V
  43. Las enchiladas verdes de mi Tía Gaby
  44. El arroz con leche de Ale
  45. Cuando me pongo nerviosa por leer un mensaje y simplemente observo el celular, sonriendo estúpidamente
  46. Cuando me duelen los cachetes por sonreír estúpidamente
  47. Contestar “todo bien” y que no me lo crean
  48. Discusiones inteligentes; argumentos, no berrinches
  49. Despertarme después de las 14:00 hrs
  50. Converse blancos
  51. ¡Gatos! Suaves patitas que trepan sobre mí
  52. Bufandas grandes
  53. Ir a una mercería y tocar tooodas las telas
  54. Ataques de risa
  55. Que mi mejor amiga me entienda
  56. Cuando llego a mi casa y Mazapán me recibe
  57. Helado de zarzamora de la Dolphy
  58. Organizar todo en cajas con etiquetas y saber perfectamente dónde están los clips, sobres, cables, etc.
  59. Liquidar mis deudas
  60. Ir al salón de belleza (uñas, corte, tinte, etc)
  61. Que un cliente en el teléfono me diga que tengo excelente actitud y carisma
  62. Pasar horas en la regadera, al menos una vez al mes
  63. Perderme en la profundidad de unos ojos que aunque no hablen, me dicen que sienten igual que yo
  64. La noche antes del primer día de clases
  65. Palomitas con M n’ M’s
  66. Ver películas todo un fin de semana en pijama
  67. Forrar regalos con nada más que listones, cinta y papel de china
  68. Hornear recetas de pasteles nuevos
  69. Aprender a hacer arroz… ¡Sin que se me queme!
  70. Acampar en la playa
  71. Quedarme despierta hasta el amanecer
  72. Pijamadas de películas de miedo y golosinas
  73. Micheladas de sabores
  74. Servir como buen ejemplo y asesor para quien sé que lo necesita
  75. Que mi abuelita diga que somos amigas
  76. Darme cuenta que me observas
  77. Latte espumoso y con tres de splenda
  78. Ver fotos viejas y recordarlo todo
  79. Escuchar Chasing Cars –Snow Patrol y volver a una mañana camino a la escuela en abril de 2008
  80. Ritz con queso Philadelphia
  81. La canción perfecta en el momento perfecto
  82. Que se me olvide todo y voluntariamente perder el control aunque sea por unas horas
  83. Llegar puntual a una cita
  84. Ver las estrellas
  85. Pudín de chocolate
  86. Releer Harry Potter
  87. Que me dé “el simple” cuando menos lo espero
  88. Manejar en carretera
  89. Escribir en cursiva
  90. Ver la superficie del mar desde abajo y pensar cómo por un segundo todo se detuvo, incluso el latir de tu propio corazón
  91. Tronarme los dedos de las manos, el cuello, la espalda y las piernas
  92. Inesperadas conversaciones de medianoche con esas personas que realmente importan
  93. Jumex de mango
  94. Abrazos “ricos”
  95. Organizar “el súper” cuando llego a mi casa con ayuda de tuppers y bolsitas ziplock
  96. Que me digan que soy “platicable”
  97. Tomar cafesitos chismosos con mis amigas
  98. El agua de sandía
  99. Empezar una agenda nueva, con bonita letra
  100. Abrir los ojos, ver que aún hay tiempo y acostarme a pensar en todo lo que quiero y cómo es que lo voy a conseguir.





martes, 29 de octubre de 2013

El noventa y tres

         ...Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estas del otro lado, ahí donde me invitas a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo mas profundo de la posesión no estas en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas  en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura.. dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fijate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.
       
  ¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como sise pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al vesre. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan como pueden, me mordisquean desde debajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, pourquoi, why, warum, perché este horror a las perras negras? (...) Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo (...) En guerra con la palabra, en guerra, todo lo que sea necesario aunque haya que renunciar a la inteligencia, quedarse en el mero pedido de papas fritas y los telegramas Reuter, en las cartas de mi doble hermano y los diálogos del cine. Curioso, muy curioso que Puttenham sintiera las palabras como si fueran objetos, y hasta criaturas con vida propia. También a mí, a veces, me parece estar engendrando ríos de hormigas feroces que se comerán el mundo...


Julio Cortázar, RAYUELA, Capítulo 93 –fragmento-

miércoles, 16 de octubre de 2013

lunes, 2 de septiembre de 2013

Vestir de rojo en un día nublado


De esos días en los que te quieres rendir, en los que los hombros aflojan, las piernas tiemblan y sientes que te vas a caer. En los que ya ni siquiera te preocupa lo que la caída implica, los golpes, las cosas que puedes romper, que te saldrá un horrible y verde moretón en la pierna y que romperías la ilusión de todos los que te voltean a ver hacia arriba.

Y te vale madre. Piensas en todo lo que estás logrando, te echas porras, te das cuenta de lo lejos que has llegado y lo poco que te falta por alcanzar algunas de tus más importantes metas; y sin embargo te vale madre. Días en los que te gustaría todo se resolviera por sí mismo, en los que lo único que quieres es dormir, ni si quiera se te antoja un chocolate, tan sólo quieres dormir y que el mundo gire sin tu impulso, sin la fuerza con que te aferras a él y a las cosas que te invitan a seguir girando, caminando, corriendo…

De esos días en los que te das cuenta de lo cansada que estás, en los que envidias a todos aquellos que la han tenido más fácil, y al mismo tiempo te enorgulleces de saber que has llegado más lejos y por tus propios méritos. De esos días en que te da coraje el darte cuenta que sonríes menos y te quejas más, que el espejo demuestra te has convertido en una persona que no reconoces. Acércate, mira esos ojos negros que se derrumban por el peso de un alma cansada, que están a punto de dejarse llevar por el hastío. Querer decirlo todo, llorarlo todo, gritarlo todo! Querer abandonarlo todo y tan sólo dedicarme a aquello que me hace feliz, si es que pudiera descubrirlo, deja tu descubrirlo… valorarlo! No quiero dejar de ser yo, no quiero perder eso que es lo que se supone que me hace ser yo, no quiero dejar de brillar, de hablar a mil por hora, de cantar, de vaciar mi mente, de disfrutar las nubes en el cielo, de saborear un café y no sólo esperar que me despierte, de recostarme en el pasto a pensar, de emocionarme en clases, de tener proyectos, de elaborar planes y cumplirlos, de ser proactiva, de ser intensa, de querer hacer cosas, no quiero dejar de querer todo lo que quiero y dar todo lo que puedo por obtenerlo. No quiero convertirme en esto, en apatía, hastio﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽vertirme en esto, en apatenerlo. no , de ser intensa, de querer hacer cosas, no quiero dejar de querer todo lo que quiío y quejas 24/7. No quiero ser una lágrima y tampoco sonrisa, tan sólo quisiera encontrar el punto medio, pensar menos y caminar más, no irme chueca en el camino, no dudar, no preocuparme por todo aquello que no puedo controlar.

De esos días en que sabes perfectamente que con todo puedes, que aunque suene pedante el potencial lo tienes, y no tiene nada de malo el ser pedante de vez en cuando, aceptación de quien eres y un pequeño impulso al ego, o grande. Modestia inútil que evoca a todo lo que siempre supiste que podías ser y no fuiste porque el reconocimiento público jamás fue lo tuyo, ¿o sí?. Conocer perfectamente tus aptitudes y habilidades, tus áreas fuertes y sin embargo no explotarlas por no saber cómo canalizar. Y al mismo tiempo de todos los halagos personales la otra voz dentro de ti te convence que a pesar de comprender y racionalizar acerca de todo lo que estás dispuesta a hacer, todo lo que has hecho, no es suficiente simple y sencillamente porque no es lo que quieres. Esos días en los que simplemente ya no quieres, en que lo que haces ha perdido sentido, su significación va más allá de lo que implica en tu vida y se orienta hacia un diario navegar por el mundo como en piloto automático. De esos días en los que quieres apagarle el switch a ese motor que te impulsa pero no te genera nada, el tiempo pasa, todo pasa y sigues igual.

Saber que es tan sólo un día, de esos que son necesarios un par de veces al año y ya. Al día siguiente te levantas y sigues adelante como si nada hubiera pasado, sabes que es lo que debes hacer y lo haces. Sin embargo en el fondo sabes que no es lo que quieres, sabes que lo que quieres es la meta que está al final más no el sinuoso camino que lleva hacia ella. Sacrificio, madurez, responsabilidad y ganas de que esto acabe pronto. Pero, ¿quién me regresa el tiempo que invertí, lo que no viví y lo que aprendí a vivir? El resultado lo vale, el crecimiento personal, desarrollo profesional, incursión en el mundo laboral, académico, emocional, espiritual… sea lo que sea que diga el sermón motivacional que susurra mi propia cabeza hoy me vale madre. Hoy quiero que todo me sea fácil. No, no es cierto. Hoy quiero querer eso, no por siempre, sólo hoy. 

miércoles, 31 de julio de 2013

Diagnosis


When was the last time you were out there in the darkness? No lights, no sounds, no knowledge of your whereabouts or any sign of companion. When was the last time you felt alive with the cold summer breeze and your own thoughts as witnesses of your existence. Feel the bliss within the silence, within yourself and your surroundings. When was the last time you talked to yourself, laughed at yourself, looked at yourself in a mirror while shedding tears from the corner of your left eye, taking a close look at pain itself without even feeling sorry about it, without feeling at all, just standing there in front of you in numbness. When was the last time you made yourself proud, so proud you did not even need to tell anyone else about it, self acknowledgement is sometimes the best reward not because showing off isn’t amazing but because you know you have always been your toughest judge.

When was the last time you had control over every little detail of that one thing you know you can’t even take off the top of your head if you try your heart out?

When was the last time impotence made you cry? Overwhelming desire for something you know you can’t just not have; but whether you eventually will or not is something that couldn’t be further from your own personal decisions and capabilities.

When was the last time you did something crazy? Why did you stop? When was the last time overthinking kept you from sleeping at four in the morning? Sleepless nights that develop a pattern that will forever remain written in your soul; that infinite soul that nourishes from tiny particles of laughter and microscopic anemones of love. When was the last time you felt love? Made love? Received love? Gave love? When was the last time the illusion of love kept you smiling, at least for a second, that split second until you realized it was never there, it was just the shadow of a possibility very much like the reflection of the left eye tear in the mirror that one day when you met yourself at your most vulnerable stage, yet the best one, the one left unseen. When was the last time you felt afraid to be alone? Was it fear of missing someone or just of been left with your own self?

domingo, 21 de julio de 2013

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Punto y coma. Abusar de ellos desde mis textos más viejos, no querer terminar con una idea, aferrarme a ella, buscarle variantes, darle una y otra vuelta a lo mismo separando ideas con un punto y coma; nunca querer que se acabe algo que me gusta, que me hace sonreír, algo de lo que sé y me encanta hablar, aunque la gente se maree; error gramatical que dota de cordura mi pensamiento, mi sentimiento, mi existir.

Es no darle cierre a una idea, encontrarle alternativas, posibilidades, realidades alternas que quizá no existan pero yo se las invento; punto y coma como la representación de mi deseo de que las cosas perduren, algunas veces más de lo necesario, más de lo recomendable; es hacer una pausa y escribir un capítulo más de la misma historia; es no querer que termine por no conocer el final adecuado; punto y coma que sugiere hay algo más aún cuando toda la evidencia parece indicar lo contrario, quizá hasta la ausencia no de un final sino de un inicio a todo eso que para mí significa tanto pero es en el plano real inexistente; lo que me invento, lo que quiero creer pero en el fondo sé que no debería; es alargar el sufrimiento, es masoquismo y dicha; sonrisa y lágrima. Querer separar, querer discernir y sin embargo permanecer, darle vida a lo inerte y que continúe; prolongar hasta el límite; dar vueltas, rodeos interminables a una idealización que nace dentro de mí y se muere, me mata por existir.

Hasta que se me acaba el papel, el insumo para seguir construyendo ideas dentro de una idea que se piensa en la cabeza de la que se rehúsa a terminar pero se ve obligada a dar cierre, no por voluntad sino por imposición; punto y coma, un caracter que se opone a mi estabilidad emocional y alimenta el divagar de una mente que le busca sentido a lo absurdo y una explicación a lo que nunca pasó.