viernes, 27 de mayo de 2011

Bienvenida al mundo real

Pero qué difícil resulta esto de extrañar, duele estar lejos de aquellos que no siempre valoramos pero que inundan nuestra vida de sonrisas, pleitos, chistes locales, abrazos, besos, lágrimas y chocolates. Vas por la vida sintiendo que todo es convencional, caes en la rutina y llega un punto en el que te desquicia, en el que mueres por algo diferente, nuevo. Y cuando por fin sucede, shock. 

¿Qué se puede hacer ahora que la vida es distinta? Nunca creí llegar a este punto. Pasar un verano sin más compañía que una niña -no tan niña- de veinte años y tres meses. Una persona con la que hace mucho no converso, que día con día se reinventa a sí misma, y que meses después es alguien nuevo, tan irreconocible como el compañero de pupitre de segundo de primaria. 

Lo he dicho y no me arrepiento de ello. Es en la soledad cuando mejor nos conocemos a nosotros mismos. Y sin embargo, el día que todos se marchan lo único que quieres es que regrese el tiempo. De repente y sin previo aviso se te ocurren las soluciones perfectas a todo conflicto previo; pero el momento ya pasó. Ya no sirve de nada. Estar sola me tortura, me hace cuestionarme. Cuestionarme acerca de todas aquellas verdades ocultas a mí misma. Son esas ideas las que quitan el sueño en estas calurosas noches de mayo. Masoquismo. Pensar una y otra vez en lo mismo, darle no mil sino un millón de vueltas al mismo asunto. Cuando parecía que ya habías determinado una posición en cuanto a una idea de pronto te das cuenta de que esta es altamente modificable. Pero no sirve de nada, porque en este momento no se aceptan cambios, y aunque así fuera no hay manera de aplicarlos, no hay nadie. Estás sola. 

Y entonces ¿qué hago? Me dedico a afinar los detalles imperfectos de esta niña, o más bien. Me dedico a darle el toque imperfecto a la "señorita control".  Decido. ¿quién quiero ser?  Y dispongo a elaborar un nuevo personaje, uno más alegre, más profundo, menos estresado, que valore más la vida, que ría más y se queje menos. Una persona que los demás admiren, pero más importante que se admire a sí misma. Es una labor complicada, no la descalifiquen. Todas las cualidades deben tener su contraparte porque el mundo no es perfecto, y quiénes vivimos en él tampoco lo somos. Cambios físicos, nuevo tinte de cabello, rojo. Sí, me agrada. El rojo es el color por excelencia. Es vivo. Más esfuerzos para conseguir una larga melena. Dieta rigurosa y rutina de ejercicio para morirse pero que sabes valdrá la pena.

Esta artista tiene una visión; pero también un tiempo límite. Para lograr conseguir los resultados deseados hay que esforzarse más que nunca, porque el juez más duro de esta competencia es nada más y nada menos que ella misma. Es momento de convertirte en quien siempre quisiste ser pero nunca te atreviste. Es momento de tomar esas decisiones que aunque simples son las que cambian el rumbo de nuestras vidas. 

Ubico dónde estoy situada y llego a una conclusión, será un verano difícil, pesado y de mucho trabajo emocional. Será este el verano de tu vida. Y lo pasarás sola... ¡Qué dicha! Dos meses intensos de conocerte, de valorar el entorno y la persona que eres. Es momento de cambiar. No para bien y no para mal, sino para adelante. Tiempo de crecer, de madurar. De sufrir un poco menos y vivir un poco más. 

Porque será horrible extrañar a quien tanto amas. Pero más horrible sería extrañarte a ti misma dentro de unos años cuando te des cuenta que dedicaste todo tu tiempo y esfuerzo a otros y te olvidaste de esa personita que se encuentra atrapada en tu interior y que lucha por ser escuchada, por tener una voz.

viernes, 20 de mayo de 2011

Culminación de la vida que nace

Luz, cuánta luz. Una mañana distinta y al mismo tiempo convencional, igual a cualquier otra. Rutina, ah la rutina. Mateo realiza las mismas tareas de cada mañana de la misma metódica manera. Sin embargo, este día es distinto, ya se percibe un aroma peculiar en el aire al momento que Mateo maneja su Volkswagen modelo 83 camino a la oficina. Su cuerpo siente un cambio, se percata de que algo está mal, algo pasa. Café, llaves, maletín, almuerzo, abrigo y sombrero. Lo trae todo, no ha olvidado nada; trata de convencerse a sí mismo que todo está en orden, aun así la inquietud sigue presente pero se disipa al arribar a una de las avenidas más transitadas de la ciudad de Nueva York. 

La vida es algo fugaz y efímero, si no se percata uno de que se está viviendo probablemente se termine de pronto y sin previo aviso. Así le sucede a Mateo en este tan normal día, pero él aún no se da cuenta de ello. 

Hoy Mateo se encuentra de mejor humor de lo normal, ingresa al edificio saludando a quien se tope y con una sonrisa que delata su inusual felicidad. Diecisiete pisos que generalmente sube en el elevador que comparte con otros siete u ocho sujetos, siempre sin hablar, siempre sin sonreír. Hoy asciende hasta su oficina en el piso diecisiete de una manera inusitada, utilizando las escaleras. Convencionales, siempre tan comunes, tanto que nunca había pisado si quiera el primer escalón.  Pero hoy es un día distinto, Mateo lo está haciendo todo de una manera que la noche anterior nunca hubiera imaginado, es como si durante la noche se hubiera convertido en una persona nueva sin si quiera darse cuenta de ello. Cuántos años trabajando en el mismo sitio, realizando los mismos actos día tras día sin el más mínimo cambio. Una vida sin sentido, cumpliendo lo que todos esperan de él, pero sin tener idea qué es lo que él espera de sí mismo. 47 años de una vida desperdiciada, de días que comienzan y terminan sin mayor importancia. Es miércoles, un día común y corriente pero que de alguna manera ha cambiado la perspectiva desde la cual este hombre ve el mundo, vive el mundo y se vive a sí mismo. No sucede nada específico que haya provocado este cambio, pero sucede y eso es lo que importa.

Feliz, inmensamente feliz, así es como se siente Mateo al subir los escalones del piso número 12. Sus pantorrillas arden a raíz del esfuerzo físico que está realizando, su corazón palpita a un ritmo más acelerado de lo normal, pero aunque su cuerpo está agotado, él no lo siente. No es capaz de sentir nada más que esa profunda felicidad que inunda su alma, que le hace sentir que su vida ha comenzado a tener sentido, que lo que ha hecho a lo largo de los años es por una razón y que no merece vivir de la miserable manera en que lo hace. Piso 16. Ya casi llega. Pero, ¿a dónde llega? A la oficina, eso es evidente, pero ahora que su existencia ha adquirido un nuevo sentido, ¿verdaderamente debería estar ahí? Mateo se da cuenta que no pertenece en ese sitio, que de hecho no pertenece a ningún lugar en el que haya estado a lo largo de toda su vida. Súbitamente su vida ha cobrado sentido, sin embargo al mismo tiempo pierde toda noción de realidad.

Al encontrarse con la puerta que al abrirse daría paso al piso diecisiete Mateo se detiene, sabe que al momento que cruce ese umbral su vida cambiará, de pronto cobra consciencia de que su vida terminará en cualquier instante. Le quedan unos cuantos segundos, quizás un minuto más de existencia en este mundo, en esta realidad que apenas hace algunas horas ha adquirido un sentido. Toma la manija de la puerta, un profundo suspiro, un beso mental a su amada esposa, a sus hijas y a sí mismo, a ese Mateo que está a punto de desaparecer, de fugarse de la vida, del mundo y de todo lo que ha conocido. Se abre la puerta, entra una fortísima ráfaga de viento cálido, y luego, el abismo.