viernes, 27 de junio de 2014

Me voy

Me voy. Y no metafóricamente, neta me voy. ¿Por qué me voy? Por capricho, porque me rindo ante Guadalajara o porque algo me jala. Atractores y detractores en vez de los tan comunes pros y contras.

Me voy porque quiero aprender, me voy porque se me metió la idea en la cabeza y cuando eso pasa…. ¡Valió madre! Me voy porque puedo, porque quiero y porque si yo digo va, va. Me voy porque sé que es lo que tengo que hacer. Me voy porque soy una planta que ya no cabe en la misma maceta; y yo no quiero adecuarme al recipiente, yo voy hacia arriba. Me voy porque sé que me irá excelente, sé que me toparé con muchos baches y no me importa, BRING IT ON! Me voy por mí, porque me descubrí completa. Porque hoy soy un todo, porque hoy no me falta nada. Me voy porque sé que voy a lograr un montón de cosas, que en cualquier lado podría pero YO QUIERO experimentar. Eso, me voy a experimentar, a aprender otra cultura, a criticar otra sociedad, otros dichos, acentos, costumbres, lenguajes corporales y actitudes. Me voy a conocer y a descubrir qué es lo que este todo puede aportar y viceversa. Me voy a seguirme construyendo. Tengo muy en claro que yo quiero ser escuchada, que quiero ser una voz, una mente que brille y no sólo eso, que ilumine. Me voy para añadirle más adjetivos a Ana Luisa, me voy para seguirme demostrando que puedo. Me voy porque me descubrí egoísta. Me voy por mi. Para explotar talentos, ideas, limitantes, ¡todo! Me voy porque si no es ahora, ¿cuándo? Me voy porque nada me ancla a ningún lado, porque soy completamente libre, autónoma y mía. Mi esencia, mis sueños, ideales y metas son eso, míos y a pesar de compartirlos, no los regalo ni le otorgo decisión a nadie sobre ellos. Me voy porque hoy me embarga esta maravillosa determinación. Así. De ter mi na ción. Me voy porque decido hacerlo. Y duele.

Duele porque sé que esto se acaba, porque sé que quien hoy soy se termina, se desvanece y aunque intente mañana mismo armar las piezas, ya no encajan. Y duele.  Duele porque tardé cinco años en decidir por mí, duele porque sé que lo tengo que hacer y quiero, sin embargo alcanzo a comprender la magnitud. Todo lo que hoy conozco cambia, y no cambia por agentes o hechos externos; cambia porque quiero que cambie. Duele por esas dos personas que dejo. Duele porque no me gusta extrañar, duele porque es real. Duele porque sé de lo que me pierdo, y porque quiero. Duele porque faltarán en el día a día. Duele porque quiero mil millones de jueves de chelas y palabras que trascienden. Duele porque no sé qué voy a hacer en mi primera crisis sin Marce, duele porque sé que voy a poder, pero  yo quiero que siempre esté ahí. Duele porque soy yo quien decide; duele porque estoy a tiempo de decir que no pero mi silencio dice sí. Duele porque en Guadalajara me encontré, duele porque en Guadalajara aprendí que valgo por mis ideas; no por la talla de mis pantalones, el número en una hoja de papel o el modo en que me comporto en una cena elegante. Duele porque me maravilla salir a caminar sola, duele porque una parte de mí es de ahí y siento que me llevo muchas cosas que de no haberme subido a ese avión un 13 de agosto de 2009 no habría siquiera sabido desear.

Y me voy. Me vale diez kilos de madre y me voy. ¿Atractores? Demasiados. Sonrisas perfectas, abrazos eternos, museos maravillosos, historia, trabajo, experiencias, cultura y cafés. ¡Es la pinche capital! Emoción genuina, nervio y hasta náuseas. Inmensas ganas de vivir, de vivir la ciudad, las personas de ciudad y sobre todo, de vivirme a mí. Lo dije y lo digo de nuevo, me voy porque soy egoísta. Egoísta pero honesta. Sí, hay una persona, mi persona. Ganas de vivir tanto pues sé que será maravilloso, ya lo es. Tantas sensaciones en tantos planos y todos convergen en la fascinación. Atracción irresistible. Sí, un atractor, el mayor de tantos. Pero, (y esto va para mí) Ana Luisa no te olvides que haces esto por ti. Porque quieres, porque se te da la gana y porque detrás de tantas lágrimas pesadas, pesadísimas, sabes que es lo correcto. Certezas sin sentido pero que no dejan ni un milímetro de espacio para una partícula de duda.

Y suena Tornasol.


Miércoles 25 de junio de 2014

miércoles, 18 de junio de 2014

Brillar y volar

Se me encienden las ideas. Palpitan dentro de mí tantas posibilidades que de pronto se acercan tanto que abruman y decido cerrar los ojos, no ver, sentir. Humanos como tú aquí no hay. Y no, no hay. No creí llegar a toparme con alguien que además de maravillarme en verdad me hiciera pensar, que llegara como esa estrella fugaz que vi el día del eclipse de luna, completamente inesperado y para cambiarlo todo. Hoy ya nada podría ser igual, hoy ya sé que existe una luz que potencia esta luz. Se me encienden las ideas y se vuelven locas, quieren salir a pasear, quieren verse confrontadas, se engalanan y me piden que las deje salir, no para mezclarse sino para contrastar. Se me encienden las ideas y me derrito en un abrazo en que al reloj se le acaba la batería y el segundero avanza pero el tiempo no, permanece estoico. 

Fascinación absoluta y ver las cosas con otro filtro, uno que te enseña más colores, formas y sabores; uno que te muestra todo lo que nunca pudiste ver porque tu mirada no brillaba del modo en que hoy irradia sonrisas a través de ojos negros que quieren gritarlo todo. Se me encienden las ideas y me muero de ganas por todo lo que no entiendo, lo que no sé asimilar, lo que no controlo ni conozco. Se me encienden las ideas porque sé que enciendo las tuyas. El miedo que siempre tuve de llegar a este punto hoy no existe, lo reemplazaron las ganas de volar.