miércoles, 8 de octubre de 2014

Just a strong idea.

–He broke me.

Said the girl with the empty look in her eyes. He broke me and it feels like forever since the last time I put together a jigsaw puzzle. He broke me, like no one did before. He broke me because I allowed it, desired it and let it happen.

He broke me, and it hurts. Like nothing before, like hot and cold at the same time; excruciating and indescribable pain. Because suddenly you are forced to deal with your own pieces, tiny bits of yourself you’d rather not remember. Shattered memories of what you wanted to do; who you wanted to become and how very deeply you wanted that to be shared. Broken reflections of what happened and never will again. Unfulfilled desires.

She was holding on to a rock, her rock. It meant every meaning she wanted to attach to a piece of hardened soil. It was hers, and it was perfect. Oh, but what a beautiful rock, and how quickly she learned how to climb it and enjoy the view from above. It was also a morphing rock, it developed ability to adequate itself to her; to be everything she wanted it to be. Almost like magic. She didn’t even have to tell the rock to be something, it became that something before she even thought about it. Fascinating, irresistible attraction towards it and the way it made her feel, the way it looked at her almost as if it understood her laughter.

–We didn’t cool off.

Thing is she imprinted heat on the rock with each and every hug; when gone, as being a rock, it had no heartbeat, no movement, no heat. And it broke. A huge piece of pretended stability, and it broke. It seemed as if it was all she ever had to hold on, and it broke.

Free fall to a place ten thousand feet beneath the worse place she could remember. Losing grip, losing hope, losing laughter; losing herself. Falling seemed like forever. Falling kept going, sometimes slower, sometimes in a rush. And she felt the air turning thicker; ideas turning into physical reactions; expectations turning into textbook theories she didn’t want to prove anymore.

She made peace with herself, her choices and her decisions (which are not the same) and she accepted the fall, she embraced it and let it heal her soul with every breath. But she didn’t fall, she rised from the past, from all the unlived memories that never earned a spot in her heart.

–He didn’t break me, it was just a rock that broke, and I fell.

She said above the clouds, higher than she ever aspired to be.







sábado, 27 de septiembre de 2014

Nunca nadie, sólo yo

¿En qué momento me hice fuerte? ¿En qué momento adopté esta madurez que hoy me acompaña a todos lados, que se imprime en mi esencia y en el modo en que deambulo por ahí? Yo era quien se derrumbaba, yo era quien quería, se moría por ser rescatada. Y hoy, hoy rescato. Hoy no me caigo, hoy levanto. Quiero y voy a emprender tanto. Lo sé y me emociona, me sé fuerte, me sé estable y sólida. Hoy soy autónoma y sé que mis ideas son lo más valioso que tengo y soy. Son mías. Soy yo. Yo soy mis palabras, mis acciones y reacciones. Soy mis lágrimas y lo que me hace reír tanto. Soy mi neurosis, mi estrés y mis ganas de cambiarlo todo. Nunca nadie me podrá parar, sólo muerto me podrán callar.


11 de junio de 2014.

Desde el pasado nos dejamos huellas para el hoy. Palabras, consejos, pistas y recuerdos que nos hagan retomar el camino. La yo de septiembre se cayó y quiso ser levantada, perdió el empuje y perdió las ganas. Hoy junio rescata a septiembre. No hay necesidad de agentes externos, todo cabe.

27 de septiembre de 2014

viernes, 5 de septiembre de 2014

Mazapán

Hoy me veo en el espejo y no soy yo. Hoy mis ojos están vacíos, huecos, sin luz. Hoy no brillo. Y me doy cuenta, claro que me doy cuenta de todo lo que soy, todo lo que implica el hoy. Y me duele ver cómo se me desmoronan las ideas, las ganas, cómo se desmorona mi sentir.

Y se cae a pedazos la pantalla, y no me molesto en recoger los pedazos, en unirlos. Los veo desprenderse de mí y caer a un abismo que desconozco. Y no hago nada, observo mientras me deshago del idealismo. ¿Y qué soy yo sino idealista? ¿Qué me queda si se me caen las ideas? Si se me cae la fe. La expectativa corroe, remueve lo real y no deja más que una estela de posibilidades inciertas, de preguntas abiertas; signos de interrogación.

Estoica, ¿Quién diría? La que nunca para y que hoy se sienta a esperar. Cansada, desgastada y débil. Débil de ánimos y de creencias, todo endeble, todo es polvo. Finísimo polvo de cacahuate que como los recuerdos, se desintegra en el aire, se va.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Efectos secundarios

1.65 y aprox. 60kg. Piel blanca, casi tanto que pareciera estar enferma a veces; pelo largo, chino, rebelde y naranja. Diez mil millones de pecas que se postran dónde quieren; que cuando las saco al sol se emocionan y se encienden. Ojos grandes, ojos casi negros, ojos que hablan, ojos míos. Yo soy mis ideas, mis impulsos y mis ganas de comerme el mundo. Yo soy el color morado y ese modo de hablar tan fuerte y tan rápido. Yo soy transparente, yo soy intensa, llorona, aferrada, dramática y determinada. Yo soy la falta de vergüenza, yo soy la que canta a todo pulmón; en la regadera, en la calle, en el metro, en la oficina, en todos lados; y canto mal y no me importa. Yo soy la que calza del 3 y a veces compra zapatos en el departamento de niños, yo soy a la que ya le quedan sus pantalones viejos y no le gustan las dietas, odia el ejercicio y jamás podría dejar el café o una buena Pacífico helada.

Yo soy la que piensa en voz alta, la que cuando se emociona brinca, corre, rasguña y no para de hablar. Yo soy cursi y aunque lo niegue, muy rosa. Yo soy la mal pensada y la que no conoce el pudor, la que ya no tiene complejos. Yo soy el número 12, la cifra que ya no me importa. Yo soy 2 tatuajes y 8 aretes. Yo soy Marlboros rojos porque los Lucky pertenecen a las azoteas de Guadalajara. Yo soy The Beatles, Pink Floyd y Caifanes. Yo soy la que se muere de ganas, yo soy la que no duerme.

Yo soy la que pinta, la que lee, la que escribe, la que habla directo y sin rodeos. Yo soy la de la iniciativa, la que lucha, la que no se rinde, la que lo intenta, la que se desvive, la que todo siente, todo vive. Yo soy la que quiere hacer las cosas bien, yo soy la que quiere darlo todo, porque todo tiene. Yo soy mis buenas intenciones, mi disposición y mis ganas. Pero yo soy sólo 50, y si el otro 50 no lo es; yo soy efecto secundario.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Pausa, y adelante

Hoy desperté en mi cama. Hoy prendí la lámpara de mi buró y apagué la alarma de mi celular, no le puse snooze, sólo la apagué. Hoy vi el techo, mi techo. Hoy puedo decir que tengo casa; hoy puedo decir que vivo en la Ciudad de México, y me encanta.

El 6 de junio decidí que me iba de Guadalajara; el 6 de junio decidí que le iba a dar una oportunidad a la capital, a Ana Luisa en la capital. Dos meses de arreglarlo todo, de empacar, de gestionar mudanza, de muchas chelas, lágrimas y berrinches. Decidí que me iba y me fui. No fue fácil pero no quería que fuera fácil. Lo hice y lo hice sola. Me han dicho que soy muy valiente y no lo había pensado así, pero sí. Soy valiente y mucho. Pero también conté con mucha, muchísima ayuda. Amigos que me ayudaron a cargar cajas llenas de libros pesadísimos aún con el pie lastimado y que soportaron que les gritara horrible cuando Estafeta no se quiso llevar mi mudanza como lo tenía planeado. Amigos que me vieron llorar, me escucharon llorar, me sintieron llorar. Amigos que me regalaron abrazos, de esos que penetran la piel y llegan al alma. Amigos que se desvelaron conmigo y me hicieron sentir que todo estaba bien, que todo iba a estar bien; y lo está. Y me despedí, sin eventos masivos, sin fiestas pero con palabras. ¿Me faltó tiempo? Sí, pero fue justo como debía ser. The more you spin around the less you move dice Keane.

Amigos que me recibieron con hot cakes y café a las 6:30 de la mañana de un martes con dos maletas, un gato y ojos todavía llorosos. Me enseñaron a usar el metro, a perderle el miedo a la gente y a la inmensidad de esta ciudad. Amigos que en mi desesperación me demostraron el tan desgastado “cuentas conmigo”.  Llevo dos meses dándome cuenta que en verdad estoy rodeada de personas que valen la pena, que importan, aportan.

Un mes en la ciudad. Un mes trabajando lejísimos pero muy contenta. Amigos nuevos que me hicieron sentir menos sola en la jornada de 8 horas; amigos que me hicieron más ligera la desesperación. Amigos de siempre, de quesadillas y películas, de chismes y pláticas hasta las 3 de la mañana. Amigos que no sólo vieron desde fuera sino que compartieron mi vivir. Y que lo siguen haciendo. Amigos que desde lejos me hacen sentir acompañada, amigos de pláticas superfluas y de mucha profundidad, amigos de verdad.

Tres departamentos fueron perfectos, no sé cuántos eran viables y un chingo eran el “peoresnada”. Rechazo tras rechazo y darme cuenta que los últimos años no son de a gratis, que esto es la vida real, y no es para nada fácil. Y de pronto todo se acomodó, se coordinaron las piezas faltantes y ya… lo logré.

Ser homeless un mes no fue fácil, pero tampoco fue el fin del mundo. Ser homeless un mes me hizo darme cuenta que así es esto, y ese fue sólo el primer bache. Y la satisfacción que siento hoy hace que quiera caer en muchos baches. Lo hice. Lo hice. Lo hice.

Ayer me mudé, todo el mismo día. Con un itinerario que me permitió lograrlo y me recuerda que ser organizada es de las cosas que más me enorgullecen. Córrele a la bodega, firma y saca tus cosas. Que las suban al camión (sí, en esta mudanza no cargué cajas, ¡A la chingada!) y vámonos al departamento. Ya llegó el aval, ya llegó el dueño, ya llegó la roomie. Ya no hay vuelta atrás. Esta es la llave de la calle, esta es la de la chapa de arriba, la de en medio no sirve y la de hasta abajo es para mayor seguridad. Huele a gas, voy a prender el bóiler. ¿Qué cuarto quieres? ¿Ya quedó todo? Córrele por el resto de tus cosas, y el gato.

Hay que limpiar el sillón, tiene pelos de gato. Subir las maletas al coche. Pon la dirección en el mapa. Vámonos. Sube las maletas. ¿Qué orientación tendrá el cuarto? ¿La cama pegada a la pared, o en medio? Ese foco tiene luz amarilla, a mí me gusta blanca.

“Gato, ¡tenemos casa, güey!”

Pero qué bonita se veía mi cama ya vestida con sus sábanas moradas y sus quinientas almohadas. Pero qué rico se sintió quedarme sola. Sola. Sin voces, ni si quiera la mía. Sin música ni ruido de tele. Silencio que me hizo darme cuenta que estoy sola, que lo hice, que me fui; y aquí estoy.

Hoy digo, valió la pena. Hoy sonrío como hace muchísimo no lo hacía, hoy ya no me tiembla el ojo izquierdo. Hoy digo bring it on! Hoy me quiero comer el mundo, hoy me lo como. Hoy todavía extraño a unos cuantos, ni tantos, la verdad; pero duele y duele mucho. Y no va a dejar de doler, y no voy a dejar de extrañar. Están quienes se atravesaron en mi camino y yo en el suyo, los que añoraré conforme pase el tiempo, los que se van a diluir, los que dejarán un recuerdo, que aunque lindo, efímero. Y están los que pesan, los que me hacen llorar, los que siguen presentes en mi andar, los que trascienden. Y ellos no se van, permanecen en el recuerdo y se cuelan en mi hoy y mi mañana; y son los que más duelen pero que también me sacan la más honesta carcajada.

 Hoy vivo en la Ciudad de México y me encanta. Hoy soy parte de algo que se mueve, que muevo y me mueve.



viernes, 27 de junio de 2014

Me voy

Me voy. Y no metafóricamente, neta me voy. ¿Por qué me voy? Por capricho, porque me rindo ante Guadalajara o porque algo me jala. Atractores y detractores en vez de los tan comunes pros y contras.

Me voy porque quiero aprender, me voy porque se me metió la idea en la cabeza y cuando eso pasa…. ¡Valió madre! Me voy porque puedo, porque quiero y porque si yo digo va, va. Me voy porque sé que es lo que tengo que hacer. Me voy porque soy una planta que ya no cabe en la misma maceta; y yo no quiero adecuarme al recipiente, yo voy hacia arriba. Me voy porque sé que me irá excelente, sé que me toparé con muchos baches y no me importa, BRING IT ON! Me voy por mí, porque me descubrí completa. Porque hoy soy un todo, porque hoy no me falta nada. Me voy porque sé que voy a lograr un montón de cosas, que en cualquier lado podría pero YO QUIERO experimentar. Eso, me voy a experimentar, a aprender otra cultura, a criticar otra sociedad, otros dichos, acentos, costumbres, lenguajes corporales y actitudes. Me voy a conocer y a descubrir qué es lo que este todo puede aportar y viceversa. Me voy a seguirme construyendo. Tengo muy en claro que yo quiero ser escuchada, que quiero ser una voz, una mente que brille y no sólo eso, que ilumine. Me voy para añadirle más adjetivos a Ana Luisa, me voy para seguirme demostrando que puedo. Me voy porque me descubrí egoísta. Me voy por mi. Para explotar talentos, ideas, limitantes, ¡todo! Me voy porque si no es ahora, ¿cuándo? Me voy porque nada me ancla a ningún lado, porque soy completamente libre, autónoma y mía. Mi esencia, mis sueños, ideales y metas son eso, míos y a pesar de compartirlos, no los regalo ni le otorgo decisión a nadie sobre ellos. Me voy porque hoy me embarga esta maravillosa determinación. Así. De ter mi na ción. Me voy porque decido hacerlo. Y duele.

Duele porque sé que esto se acaba, porque sé que quien hoy soy se termina, se desvanece y aunque intente mañana mismo armar las piezas, ya no encajan. Y duele.  Duele porque tardé cinco años en decidir por mí, duele porque sé que lo tengo que hacer y quiero, sin embargo alcanzo a comprender la magnitud. Todo lo que hoy conozco cambia, y no cambia por agentes o hechos externos; cambia porque quiero que cambie. Duele por esas dos personas que dejo. Duele porque no me gusta extrañar, duele porque es real. Duele porque sé de lo que me pierdo, y porque quiero. Duele porque faltarán en el día a día. Duele porque quiero mil millones de jueves de chelas y palabras que trascienden. Duele porque no sé qué voy a hacer en mi primera crisis sin Marce, duele porque sé que voy a poder, pero  yo quiero que siempre esté ahí. Duele porque soy yo quien decide; duele porque estoy a tiempo de decir que no pero mi silencio dice sí. Duele porque en Guadalajara me encontré, duele porque en Guadalajara aprendí que valgo por mis ideas; no por la talla de mis pantalones, el número en una hoja de papel o el modo en que me comporto en una cena elegante. Duele porque me maravilla salir a caminar sola, duele porque una parte de mí es de ahí y siento que me llevo muchas cosas que de no haberme subido a ese avión un 13 de agosto de 2009 no habría siquiera sabido desear.

Y me voy. Me vale diez kilos de madre y me voy. ¿Atractores? Demasiados. Sonrisas perfectas, abrazos eternos, museos maravillosos, historia, trabajo, experiencias, cultura y cafés. ¡Es la pinche capital! Emoción genuina, nervio y hasta náuseas. Inmensas ganas de vivir, de vivir la ciudad, las personas de ciudad y sobre todo, de vivirme a mí. Lo dije y lo digo de nuevo, me voy porque soy egoísta. Egoísta pero honesta. Sí, hay una persona, mi persona. Ganas de vivir tanto pues sé que será maravilloso, ya lo es. Tantas sensaciones en tantos planos y todos convergen en la fascinación. Atracción irresistible. Sí, un atractor, el mayor de tantos. Pero, (y esto va para mí) Ana Luisa no te olvides que haces esto por ti. Porque quieres, porque se te da la gana y porque detrás de tantas lágrimas pesadas, pesadísimas, sabes que es lo correcto. Certezas sin sentido pero que no dejan ni un milímetro de espacio para una partícula de duda.

Y suena Tornasol.


Miércoles 25 de junio de 2014