viernes, 5 de septiembre de 2014

Mazapán

Hoy me veo en el espejo y no soy yo. Hoy mis ojos están vacíos, huecos, sin luz. Hoy no brillo. Y me doy cuenta, claro que me doy cuenta de todo lo que soy, todo lo que implica el hoy. Y me duele ver cómo se me desmoronan las ideas, las ganas, cómo se desmorona mi sentir.

Y se cae a pedazos la pantalla, y no me molesto en recoger los pedazos, en unirlos. Los veo desprenderse de mí y caer a un abismo que desconozco. Y no hago nada, observo mientras me deshago del idealismo. ¿Y qué soy yo sino idealista? ¿Qué me queda si se me caen las ideas? Si se me cae la fe. La expectativa corroe, remueve lo real y no deja más que una estela de posibilidades inciertas, de preguntas abiertas; signos de interrogación.

Estoica, ¿Quién diría? La que nunca para y que hoy se sienta a esperar. Cansada, desgastada y débil. Débil de ánimos y de creencias, todo endeble, todo es polvo. Finísimo polvo de cacahuate que como los recuerdos, se desintegra en el aire, se va.

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