sábado, 24 de mayo de 2014

Ana Luisa incandescente

Siempre he sido una persona muy confiada, no sé si se deba al haber crecido en un lugar en el que si dejas las llaves pegadas en el coche toda la noche, a las 7:00am que vas a la escuela siguen ahí, coche y llaves.

Cruzarme a la farmacia Guadalajara a las 3:00am en pijama porque se me antojó un gansito, irme sola en camión al centro, a los museos, al teatro, por una chela. Correr a las 6:45 de la mañana por la calle porque dar vueltas en un parque me hace sentir hámster. Quedarme hasta altas horas de la madrugada en mi coche chismeando y a veces, bebiendo con un amigo. Decir, tengo ganas de caminar en la noche, ponerme los tenis y salir a recibir ese tan delicioso aire helado en la cara.

Yo soy de las que siempre lleva una cobijita en el coche por si le dan ganas de tomar una siesta en el pasto. Yo platico con los choferes de los camiones, yo chismeo de lo lindo con los taxistas. Yo les doy chocolates y mazapanes a quienes piden dinero en el semáforo. Yo salgo a leer en mi hora de comida a la calle y sonrío a los desconocidos.

Yo cedo el asiento en el camión y bajo la velocidad si está lloviendo y veo a alguien en bici, o caminando. Yo doy aventón a quienes estiran la mano en el ITESO. Yo platico con desconocidos, digo buenos días, buenas tardes, buenas noches. Yo cotorreo con las señoras del oxxo de mi casa, ya saben que los jueves compro chelas, que siempre me quedo más de lo necesario por el aire acondicionado y que les robo sobrecitos de splenda porque… ¡Están ahí!

Sí, me paso los altos cuando son calles solitarias. Sí, a veces también me meto en sentido contrario cuando sé que mi destino es a la mitad de la cuadra, o cuando estoy perdida y ya la regué. También me he estacionado en cocheras ajenas un par de veces o en línea amarilla porque según yo, “no me tardo nada”.

A veces soy grosera con los de Santander, o Telcel, o Axtel. Y yo sé que no está en sus manos lograr lo que yo quiero que logren, trabajé en un callcenter un ratote y sé que es horrible. No soy insultante pero tampoco paciente; sí, casi siempre cuelgo si quien me atiende es mujer porque sé que no voy a poder negociar nada (let’s be honest) y también pido supervisor si la persona con quien hablo parece que se le complica entender que trata con personas, no números de cuenta.

Si me agarras de malas soy muy sangrona, cero tolerante y ¡Córrele con mi café que tengo prisa! Pero también trato de desearle un buen día a quien te atiende en el drive thru de Black Coffee, Dairy Queen o Mc Donald’s un sábado en la noche que yo compro Mc Trío para llevar de contrabando al cine.

Tengo esa maravillosa habilidad de “ver feo” a la gente y de insultarlos de manera muy educada pues me encanta saber que estoy bien y que quien defendía un argumento muy endeble, en efecto estaba mal. Soy soberbia, me sé inteligente y a veces peco de ir por el mundo con bandera que dice “Todos son una bola de pendejos”. Pero también me di cuenta que esa actitud no lleva a nada, sí, eres superior al promedio intelectual; sí, tienes pocas o muchas oportunidades dependiendo de la ventana desde la cual te observen. Pero esa ventaja supone una responsabilidad social.

Empecé diciendo que soy una persona muy confiada, y no quiero dejar de serlo. Ayer me asaltaron en un puente peatonal y creo que ha sido una de las experiencias que más miedo me han causado. Me paralicé, asentí y seguro con un semblante muy pálido y unos ojos muy grandes dejé ir mi iPhone 4S que ese mismo día consideré vender pues son muchos mis números rojos en contraste con mis veintitrés años cumplidos. También se llevaron el dinero que con tanto coraje me he ganado a pesar de apenas hace dos días haberme querido rendir.  –“Son bienes materiales, lo bueno es que estás bien, Gracias a Dios” La neta es que siempre me ha chocado esa expresión, se me hace mediocre, conformista, el epítome de la opresión; sin embargo ayer lo dije y lo dije en serio. Y es que pensar en todas las posibilidades, los escenarios más oscuros y las mil quinientas variantes de un mismo hecho tan sólo me hace agradecer que así fue, que “no pasó a mayores”.

Yo no quiero tener miedo, yo no quiero dejar de caminar por la calle ni voltear paranoica a ver quién me sigue o revisarle las manos a todos aquellos que se aproximen. ¡NO! No voy a permitir que el miedo me limite, que sea un obstáculo entre lo que soy y lo que quiero ser. No voy a cambiar mi estilo de vida sólo porque otros han construido el suyo a través de quitarle un poco a los demás. Tampoco me voy a quedar callada, aquí no pasó nada, todo está bien. Porque todo no está bien. En un grupo de señoras, me dijeron: –“Yo por eso me atravieso por la avenida porque ya sabemos que en ese puente asaltan” ¡No la chinguen! Ya sabemos pero no hacemos nada, ya sabemos y permitimos, ya sabemos y cedemos, ya sabemos y contribuimos a ello. ¡No! Yo no.

No, no, no. Responsabilidad social, vivimos en comunidad. Común unidad. Significaciones compartidas que nos hacen parte de un mismo todo, identidad, historia colectiva. Pensamiento comunitario, acciones comunitarias, ver por ti, por el de la izquierda y el de la derecha, por los de arriba y por los de abajo. Pensar en las repercusiones de tus actos o de tu indiferencia ante los actos. Conciencia como conocimiento compartido; consciencia como conocimiento sobre el propio ser y su incidir en el entorno.


Voy a seguir brillando, voy a seguir hablando todo el día y hasta el hastío de la contraparte que me escuche. Voy a seguir quejándome de todo, voy a seguir denunciando lo que pasa, las consecuencias de lo que pasa, lo que no pasa y por qué es que no pasa. Yo no permito que un hecho me cambie la esencia. Yo sigo siendo ese fuego que con nada se apaga, que mientras más lo intenten, con más furor se enciende, ¿Acaso no tengo el cabello naranja?

1 comentario:

RicardoArceo dijo...

Maravillosa catarsis ante una terrible realidad. Todos hemos pasado (o estamos pasando) ante inexplicables injusticias. Es muy triste ver que muchas personas se rinden y deciden entregar su mundo ante la mas minima provocación. Yo no dejé de acudir a un establecimiento en el cual presencié un asalto. Tampoco dejé de salir a la calle a pesar de sufrir multiples saqueos en casa. Tampoco dejo de escuchar música en mi auto a pesar de los robos de autoestereos. No dejaré de caminar con mis amigos buscando lo que no hemos perdido a pesar de haber sido perseguidos alguna vez. No dejaré de usar mis tarjetas de crédito a pesar de que ya sufrí de clonación alguna vez. Ser precavidos y perceptivos, pero no cobardes ni sumisos. Yo tampoco permito que un hecho me cambie la esencia. "Vivir en comunidad", "jugar en equipo", "jalar parejo", da igual el término, el chiste es entender que en este mundo somos tan libres que a veces se nos olvida que nuestros actos individuales repercuten y afectan a los demás, ojalá siempre afectaran para bien, y aunque afectaran para mal que terminaran siendo una lección de coraje y valor; como todo esto que viviste y todas esas ideas que provocó en ti y que nos compartes aquí.
Bravo Anita, tus textos siempre inspiran.