viernes, 5 de septiembre de 2014

Mazapán

Hoy me veo en el espejo y no soy yo. Hoy mis ojos están vacíos, huecos, sin luz. Hoy no brillo. Y me doy cuenta, claro que me doy cuenta de todo lo que soy, todo lo que implica el hoy. Y me duele ver cómo se me desmoronan las ideas, las ganas, cómo se desmorona mi sentir.

Y se cae a pedazos la pantalla, y no me molesto en recoger los pedazos, en unirlos. Los veo desprenderse de mí y caer a un abismo que desconozco. Y no hago nada, observo mientras me deshago del idealismo. ¿Y qué soy yo sino idealista? ¿Qué me queda si se me caen las ideas? Si se me cae la fe. La expectativa corroe, remueve lo real y no deja más que una estela de posibilidades inciertas, de preguntas abiertas; signos de interrogación.

Estoica, ¿Quién diría? La que nunca para y que hoy se sienta a esperar. Cansada, desgastada y débil. Débil de ánimos y de creencias, todo endeble, todo es polvo. Finísimo polvo de cacahuate que como los recuerdos, se desintegra en el aire, se va.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Efectos secundarios

1.65 y aprox. 60kg. Piel blanca, casi tanto que pareciera estar enferma a veces; pelo largo, chino, rebelde y naranja. Diez mil millones de pecas que se postran dónde quieren; que cuando las saco al sol se emocionan y se encienden. Ojos grandes, ojos casi negros, ojos que hablan, ojos míos. Yo soy mis ideas, mis impulsos y mis ganas de comerme el mundo. Yo soy el color morado y ese modo de hablar tan fuerte y tan rápido. Yo soy transparente, yo soy intensa, llorona, aferrada, dramática y determinada. Yo soy la falta de vergüenza, yo soy la que canta a todo pulmón; en la regadera, en la calle, en el metro, en la oficina, en todos lados; y canto mal y no me importa. Yo soy la que calza del 3 y a veces compra zapatos en el departamento de niños, yo soy a la que ya le quedan sus pantalones viejos y no le gustan las dietas, odia el ejercicio y jamás podría dejar el café o una buena Pacífico helada.

Yo soy la que piensa en voz alta, la que cuando se emociona brinca, corre, rasguña y no para de hablar. Yo soy cursi y aunque lo niegue, muy rosa. Yo soy la mal pensada y la que no conoce el pudor, la que ya no tiene complejos. Yo soy el número 12, la cifra que ya no me importa. Yo soy 2 tatuajes y 8 aretes. Yo soy Marlboros rojos porque los Lucky pertenecen a las azoteas de Guadalajara. Yo soy The Beatles, Pink Floyd y Caifanes. Yo soy la que se muere de ganas, yo soy la que no duerme.

Yo soy la que pinta, la que lee, la que escribe, la que habla directo y sin rodeos. Yo soy la de la iniciativa, la que lucha, la que no se rinde, la que lo intenta, la que se desvive, la que todo siente, todo vive. Yo soy la que quiere hacer las cosas bien, yo soy la que quiere darlo todo, porque todo tiene. Yo soy mis buenas intenciones, mi disposición y mis ganas. Pero yo soy sólo 50, y si el otro 50 no lo es; yo soy efecto secundario.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Pausa, y adelante

Hoy desperté en mi cama. Hoy prendí la lámpara de mi buró y apagué la alarma de mi celular, no le puse snooze, sólo la apagué. Hoy vi el techo, mi techo. Hoy puedo decir que tengo casa; hoy puedo decir que vivo en la Ciudad de México, y me encanta.

El 6 de junio decidí que me iba de Guadalajara; el 6 de junio decidí que le iba a dar una oportunidad a la capital, a Ana Luisa en la capital. Dos meses de arreglarlo todo, de empacar, de gestionar mudanza, de muchas chelas, lágrimas y berrinches. Decidí que me iba y me fui. No fue fácil pero no quería que fuera fácil. Lo hice y lo hice sola. Me han dicho que soy muy valiente y no lo había pensado así, pero sí. Soy valiente y mucho. Pero también conté con mucha, muchísima ayuda. Amigos que me ayudaron a cargar cajas llenas de libros pesadísimos aún con el pie lastimado y que soportaron que les gritara horrible cuando Estafeta no se quiso llevar mi mudanza como lo tenía planeado. Amigos que me vieron llorar, me escucharon llorar, me sintieron llorar. Amigos que me regalaron abrazos, de esos que penetran la piel y llegan al alma. Amigos que se desvelaron conmigo y me hicieron sentir que todo estaba bien, que todo iba a estar bien; y lo está. Y me despedí, sin eventos masivos, sin fiestas pero con palabras. ¿Me faltó tiempo? Sí, pero fue justo como debía ser. The more you spin around the less you move dice Keane.

Amigos que me recibieron con hot cakes y café a las 6:30 de la mañana de un martes con dos maletas, un gato y ojos todavía llorosos. Me enseñaron a usar el metro, a perderle el miedo a la gente y a la inmensidad de esta ciudad. Amigos que en mi desesperación me demostraron el tan desgastado “cuentas conmigo”.  Llevo dos meses dándome cuenta que en verdad estoy rodeada de personas que valen la pena, que importan, aportan.

Un mes en la ciudad. Un mes trabajando lejísimos pero muy contenta. Amigos nuevos que me hicieron sentir menos sola en la jornada de 8 horas; amigos que me hicieron más ligera la desesperación. Amigos de siempre, de quesadillas y películas, de chismes y pláticas hasta las 3 de la mañana. Amigos que no sólo vieron desde fuera sino que compartieron mi vivir. Y que lo siguen haciendo. Amigos que desde lejos me hacen sentir acompañada, amigos de pláticas superfluas y de mucha profundidad, amigos de verdad.

Tres departamentos fueron perfectos, no sé cuántos eran viables y un chingo eran el “peoresnada”. Rechazo tras rechazo y darme cuenta que los últimos años no son de a gratis, que esto es la vida real, y no es para nada fácil. Y de pronto todo se acomodó, se coordinaron las piezas faltantes y ya… lo logré.

Ser homeless un mes no fue fácil, pero tampoco fue el fin del mundo. Ser homeless un mes me hizo darme cuenta que así es esto, y ese fue sólo el primer bache. Y la satisfacción que siento hoy hace que quiera caer en muchos baches. Lo hice. Lo hice. Lo hice.

Ayer me mudé, todo el mismo día. Con un itinerario que me permitió lograrlo y me recuerda que ser organizada es de las cosas que más me enorgullecen. Córrele a la bodega, firma y saca tus cosas. Que las suban al camión (sí, en esta mudanza no cargué cajas, ¡A la chingada!) y vámonos al departamento. Ya llegó el aval, ya llegó el dueño, ya llegó la roomie. Ya no hay vuelta atrás. Esta es la llave de la calle, esta es la de la chapa de arriba, la de en medio no sirve y la de hasta abajo es para mayor seguridad. Huele a gas, voy a prender el bóiler. ¿Qué cuarto quieres? ¿Ya quedó todo? Córrele por el resto de tus cosas, y el gato.

Hay que limpiar el sillón, tiene pelos de gato. Subir las maletas al coche. Pon la dirección en el mapa. Vámonos. Sube las maletas. ¿Qué orientación tendrá el cuarto? ¿La cama pegada a la pared, o en medio? Ese foco tiene luz amarilla, a mí me gusta blanca.

“Gato, ¡tenemos casa, güey!”

Pero qué bonita se veía mi cama ya vestida con sus sábanas moradas y sus quinientas almohadas. Pero qué rico se sintió quedarme sola. Sola. Sin voces, ni si quiera la mía. Sin música ni ruido de tele. Silencio que me hizo darme cuenta que estoy sola, que lo hice, que me fui; y aquí estoy.

Hoy digo, valió la pena. Hoy sonrío como hace muchísimo no lo hacía, hoy ya no me tiembla el ojo izquierdo. Hoy digo bring it on! Hoy me quiero comer el mundo, hoy me lo como. Hoy todavía extraño a unos cuantos, ni tantos, la verdad; pero duele y duele mucho. Y no va a dejar de doler, y no voy a dejar de extrañar. Están quienes se atravesaron en mi camino y yo en el suyo, los que añoraré conforme pase el tiempo, los que se van a diluir, los que dejarán un recuerdo, que aunque lindo, efímero. Y están los que pesan, los que me hacen llorar, los que siguen presentes en mi andar, los que trascienden. Y ellos no se van, permanecen en el recuerdo y se cuelan en mi hoy y mi mañana; y son los que más duelen pero que también me sacan la más honesta carcajada.

 Hoy vivo en la Ciudad de México y me encanta. Hoy soy parte de algo que se mueve, que muevo y me mueve.



viernes, 27 de junio de 2014

Me voy

Me voy. Y no metafóricamente, neta me voy. ¿Por qué me voy? Por capricho, porque me rindo ante Guadalajara o porque algo me jala. Atractores y detractores en vez de los tan comunes pros y contras.

Me voy porque quiero aprender, me voy porque se me metió la idea en la cabeza y cuando eso pasa…. ¡Valió madre! Me voy porque puedo, porque quiero y porque si yo digo va, va. Me voy porque sé que es lo que tengo que hacer. Me voy porque soy una planta que ya no cabe en la misma maceta; y yo no quiero adecuarme al recipiente, yo voy hacia arriba. Me voy porque sé que me irá excelente, sé que me toparé con muchos baches y no me importa, BRING IT ON! Me voy por mí, porque me descubrí completa. Porque hoy soy un todo, porque hoy no me falta nada. Me voy porque sé que voy a lograr un montón de cosas, que en cualquier lado podría pero YO QUIERO experimentar. Eso, me voy a experimentar, a aprender otra cultura, a criticar otra sociedad, otros dichos, acentos, costumbres, lenguajes corporales y actitudes. Me voy a conocer y a descubrir qué es lo que este todo puede aportar y viceversa. Me voy a seguirme construyendo. Tengo muy en claro que yo quiero ser escuchada, que quiero ser una voz, una mente que brille y no sólo eso, que ilumine. Me voy para añadirle más adjetivos a Ana Luisa, me voy para seguirme demostrando que puedo. Me voy porque me descubrí egoísta. Me voy por mi. Para explotar talentos, ideas, limitantes, ¡todo! Me voy porque si no es ahora, ¿cuándo? Me voy porque nada me ancla a ningún lado, porque soy completamente libre, autónoma y mía. Mi esencia, mis sueños, ideales y metas son eso, míos y a pesar de compartirlos, no los regalo ni le otorgo decisión a nadie sobre ellos. Me voy porque hoy me embarga esta maravillosa determinación. Así. De ter mi na ción. Me voy porque decido hacerlo. Y duele.

Duele porque sé que esto se acaba, porque sé que quien hoy soy se termina, se desvanece y aunque intente mañana mismo armar las piezas, ya no encajan. Y duele.  Duele porque tardé cinco años en decidir por mí, duele porque sé que lo tengo que hacer y quiero, sin embargo alcanzo a comprender la magnitud. Todo lo que hoy conozco cambia, y no cambia por agentes o hechos externos; cambia porque quiero que cambie. Duele por esas dos personas que dejo. Duele porque no me gusta extrañar, duele porque es real. Duele porque sé de lo que me pierdo, y porque quiero. Duele porque faltarán en el día a día. Duele porque quiero mil millones de jueves de chelas y palabras que trascienden. Duele porque no sé qué voy a hacer en mi primera crisis sin Marce, duele porque sé que voy a poder, pero  yo quiero que siempre esté ahí. Duele porque soy yo quien decide; duele porque estoy a tiempo de decir que no pero mi silencio dice sí. Duele porque en Guadalajara me encontré, duele porque en Guadalajara aprendí que valgo por mis ideas; no por la talla de mis pantalones, el número en una hoja de papel o el modo en que me comporto en una cena elegante. Duele porque me maravilla salir a caminar sola, duele porque una parte de mí es de ahí y siento que me llevo muchas cosas que de no haberme subido a ese avión un 13 de agosto de 2009 no habría siquiera sabido desear.

Y me voy. Me vale diez kilos de madre y me voy. ¿Atractores? Demasiados. Sonrisas perfectas, abrazos eternos, museos maravillosos, historia, trabajo, experiencias, cultura y cafés. ¡Es la pinche capital! Emoción genuina, nervio y hasta náuseas. Inmensas ganas de vivir, de vivir la ciudad, las personas de ciudad y sobre todo, de vivirme a mí. Lo dije y lo digo de nuevo, me voy porque soy egoísta. Egoísta pero honesta. Sí, hay una persona, mi persona. Ganas de vivir tanto pues sé que será maravilloso, ya lo es. Tantas sensaciones en tantos planos y todos convergen en la fascinación. Atracción irresistible. Sí, un atractor, el mayor de tantos. Pero, (y esto va para mí) Ana Luisa no te olvides que haces esto por ti. Porque quieres, porque se te da la gana y porque detrás de tantas lágrimas pesadas, pesadísimas, sabes que es lo correcto. Certezas sin sentido pero que no dejan ni un milímetro de espacio para una partícula de duda.

Y suena Tornasol.


Miércoles 25 de junio de 2014

miércoles, 18 de junio de 2014

Brillar y volar

Se me encienden las ideas. Palpitan dentro de mí tantas posibilidades que de pronto se acercan tanto que abruman y decido cerrar los ojos, no ver, sentir. Humanos como tú aquí no hay. Y no, no hay. No creí llegar a toparme con alguien que además de maravillarme en verdad me hiciera pensar, que llegara como esa estrella fugaz que vi el día del eclipse de luna, completamente inesperado y para cambiarlo todo. Hoy ya nada podría ser igual, hoy ya sé que existe una luz que potencia esta luz. Se me encienden las ideas y se vuelven locas, quieren salir a pasear, quieren verse confrontadas, se engalanan y me piden que las deje salir, no para mezclarse sino para contrastar. Se me encienden las ideas y me derrito en un abrazo en que al reloj se le acaba la batería y el segundero avanza pero el tiempo no, permanece estoico. 

Fascinación absoluta y ver las cosas con otro filtro, uno que te enseña más colores, formas y sabores; uno que te muestra todo lo que nunca pudiste ver porque tu mirada no brillaba del modo en que hoy irradia sonrisas a través de ojos negros que quieren gritarlo todo. Se me encienden las ideas y me muero de ganas por todo lo que no entiendo, lo que no sé asimilar, lo que no controlo ni conozco. Se me encienden las ideas porque sé que enciendo las tuyas. El miedo que siempre tuve de llegar a este punto hoy no existe, lo reemplazaron las ganas de volar. 

miércoles, 28 de mayo de 2014

Impresión de pantalla


El IFE ya es INE. Enrique Peña Nieto es Presidente de un México cuya economía dicen que va a crecer un 5 % en lo que resta del año. Lástima que ya no lo creo. Hablo mucho y escribo todavía en papel; tuiteo pendejadas y quejas sin destinatario. Hoy le pagué al banco, hoy desperté en un nuevo departamento, hoy me tomé un café y un Red Bull. Hoy escucho música y pongo atención a las sílabas que se imprimen en la pantalla. Hoy estoy rodeada de personas que aportan y eso me hace inmensamente feliz. 

Hago como que trabajo pero en verdad escribo esto, no me gusta mi trabajo, el primero de egresada con pésimo sueldo, cero aprendizaje, demasiadas horas a la semana y además personas de las que apachurran el espíritu. Tengo veintitrés años y tres meses y anoche mi gato durmió conmigo, estoy más blanca que nunca y me gusta la temporada de lluvias. En la radio ya todo mundo dice groserías y 106.1 FM  a las 8:00 a.m me hace reír mucho. Hoy hubo un choque a media cuadra, en el mismo sitio en que hace unas dos o tres semanas me atropelló una señora distraída. El litro de gasolina, "de la verde" ya está en $12.68 y el coche de las paletas Manhattan pone a CriCri en sus altavoces. Se puso de moda correr y yo tengo como dos meses sin hacerlo, siempre digo que el lunes y el lunes me seducen las almohadas. 

Hoy leo mucho, muchísimo. En lo que va del año ya me he leído seis novelas, cortas por supuesto, pero me parece un buen promedio. Hoy me duele la espalda, quiero un masaje pero el contacto físico me estremece; quiero nadar. Lolita me cambió la perspectiva acerca del amor, la sexualidad y la moral. Mi compañera de trabajo me estresa, me queda claro que la madurez no tiene nada que ver con la fecha en tu acta de nacimiento ni con el signo zodiacal. Me gusta cocinar y leer las noticias en la mañana. Me he vuelto experta en estacionarme de reversa y correr en tacones. Canto más de lo que debería y a veces sí siento que lo hago bien. Hay días en que me levanto y digo, hoy me siento jot, con j. Aprendí a dejar el 15 % de propina, sacas el 10, luego la mitad del 10, lo sumas y... ¡listo! También aprendí a disfrutar el tiempo de mí, a ser egoísta y no conformarme con el 15 % de nadie. Me gusta creer que soy un cincuenta completito, y aprendí a no aceptar menos que otro cincuenta que complete un cien. Escucho un disco que mi amigo "El Negro" me quemó; sí, la gente todavía quema discos, y como dulce de tamarindo. El pasaje en el camión cuesta $6.00 pero tienen ya un par de años amenazando con subirlo a $7.00. Guadalajara crece y a pesar de todo, me sigue enamorando todos los días. Obama es Presidente de EE.UU y Venezuela está en crisis. Habrá mundial de fútbol en Brasil y la gente se vuelve loca. Aprobarán la reforma a la Ley de Telecomunicaciones justo en fechas en que jugará la selección nacional. El 22 de abril fui a una muy desorganizada marcha en la cual aprendí muchísimo y luego fui al Ex Convento del Carmen a gastarme el resto de la quincena en libros usados, Fadanelli, Lenin, Neruda y Rulfo lo valen y también me valen tantos desvelos entre sábanas moradas. 

Hoy me gusta investigar, me gusta lo académico y que me elogien las ideas. Llevo mes y medio sin pintarme las uñas y me muero de ganas de hacerme ese nuevo tatuaje que es tan perfecto. El garrafón de Ciel cuesta $27.00 si me lo suben al cuarto piso y a mí me gusta subir a la azotea. No extraño a nadie y soy muy romántica; deliciosa autonomía que me hace querer compartirme con una mente que brille. Considero que la voz de Joaquín Sabina es de las más sensuales de la vida y aprendí a amar la mía, sensualidad y voz. Hoy pocas cosas me dan pena, vergüenza, pudor o miedo, ¡Hacer el ridículo es lo mejor que hay! Soy muy mal pensada y tengo cara de ingenuidad; me desquicia la doble moral de muchos tapatíos y afirmo que no hay nada mejor que la cruda y desgarradora honestidad. Pero a veces también me hago güey, y aquí no pasó nada. 

Quiero pintar y un día vender un cuadro, quiero aprovechar toda la agenda cultural de Guadalajara y poder volver a cruzar un puente peatonal sin voltear de reojo. Quiero aprender a usar mi cámara análoga y a hacer flan porque todos dicen que es muy fácil y a mí nomás no me sale. Están remodelando la glorieta de Niños Héroes y Chapultepec desde hace como 6 meses y hace mucho que no voy por unos mezcales con mis amigas. Hice las paces con mi familia y en el último año tres diferentes personas me han dicho que voy a ser buena mamá. WHAT? El fin de semana se casó Kim Kardashian y mis amigas me piden consejos como si yo fuera la especialista en relaciones cuando la verdad es que soy la más confundida e incongruente. 

Todos los días espero que ya den las seis de la tarde y me gusta quedarme despierta hasta después de las doce, se siente como una ciudad diferente en la que todos los minutos me pertenecen. #NoMásPoderAlPoder y qué ganas de cambiar el sistema. Molotov todavía da conciertos y la gente se prende muchísimo. El parquímetro me da 8 minutos por cada peso y le tengo que poner más aumento a mis lentes. Soy recargable, me pongo bajo el sol 10 minutos y se me suaviza la piel, se me encienden las pecas y alborotan las ideas. ¿Y si nos bañamos todos en el sol? En la radio suena "Happy" de Pharrell todo el día y Shakira ya entiende de fútbol. Alguien dígale a Mario Domm que lo ardido no debe durar por siempre y a Ricky Martin que lo amo. 

Mayo de 2014 y se terminó el primer semestre que ya no cursé. Mayo de 2014 en que el cielo se me llena de nubes y la cabeza de palabras que brincan, parpadean y fluyen. Imágenes, sonidos, texturas, recuerdos, imaginarios, deseos, sueños. Mayo multisensorial. 

sábado, 24 de mayo de 2014

Ana Luisa incandescente

Siempre he sido una persona muy confiada, no sé si se deba al haber crecido en un lugar en el que si dejas las llaves pegadas en el coche toda la noche, a las 7:00am que vas a la escuela siguen ahí, coche y llaves.

Cruzarme a la farmacia Guadalajara a las 3:00am en pijama porque se me antojó un gansito, irme sola en camión al centro, a los museos, al teatro, por una chela. Correr a las 6:45 de la mañana por la calle porque dar vueltas en un parque me hace sentir hámster. Quedarme hasta altas horas de la madrugada en mi coche chismeando y a veces, bebiendo con un amigo. Decir, tengo ganas de caminar en la noche, ponerme los tenis y salir a recibir ese tan delicioso aire helado en la cara.

Yo soy de las que siempre lleva una cobijita en el coche por si le dan ganas de tomar una siesta en el pasto. Yo platico con los choferes de los camiones, yo chismeo de lo lindo con los taxistas. Yo les doy chocolates y mazapanes a quienes piden dinero en el semáforo. Yo salgo a leer en mi hora de comida a la calle y sonrío a los desconocidos.

Yo cedo el asiento en el camión y bajo la velocidad si está lloviendo y veo a alguien en bici, o caminando. Yo doy aventón a quienes estiran la mano en el ITESO. Yo platico con desconocidos, digo buenos días, buenas tardes, buenas noches. Yo cotorreo con las señoras del oxxo de mi casa, ya saben que los jueves compro chelas, que siempre me quedo más de lo necesario por el aire acondicionado y que les robo sobrecitos de splenda porque… ¡Están ahí!

Sí, me paso los altos cuando son calles solitarias. Sí, a veces también me meto en sentido contrario cuando sé que mi destino es a la mitad de la cuadra, o cuando estoy perdida y ya la regué. También me he estacionado en cocheras ajenas un par de veces o en línea amarilla porque según yo, “no me tardo nada”.

A veces soy grosera con los de Santander, o Telcel, o Axtel. Y yo sé que no está en sus manos lograr lo que yo quiero que logren, trabajé en un callcenter un ratote y sé que es horrible. No soy insultante pero tampoco paciente; sí, casi siempre cuelgo si quien me atiende es mujer porque sé que no voy a poder negociar nada (let’s be honest) y también pido supervisor si la persona con quien hablo parece que se le complica entender que trata con personas, no números de cuenta.

Si me agarras de malas soy muy sangrona, cero tolerante y ¡Córrele con mi café que tengo prisa! Pero también trato de desearle un buen día a quien te atiende en el drive thru de Black Coffee, Dairy Queen o Mc Donald’s un sábado en la noche que yo compro Mc Trío para llevar de contrabando al cine.

Tengo esa maravillosa habilidad de “ver feo” a la gente y de insultarlos de manera muy educada pues me encanta saber que estoy bien y que quien defendía un argumento muy endeble, en efecto estaba mal. Soy soberbia, me sé inteligente y a veces peco de ir por el mundo con bandera que dice “Todos son una bola de pendejos”. Pero también me di cuenta que esa actitud no lleva a nada, sí, eres superior al promedio intelectual; sí, tienes pocas o muchas oportunidades dependiendo de la ventana desde la cual te observen. Pero esa ventaja supone una responsabilidad social.

Empecé diciendo que soy una persona muy confiada, y no quiero dejar de serlo. Ayer me asaltaron en un puente peatonal y creo que ha sido una de las experiencias que más miedo me han causado. Me paralicé, asentí y seguro con un semblante muy pálido y unos ojos muy grandes dejé ir mi iPhone 4S que ese mismo día consideré vender pues son muchos mis números rojos en contraste con mis veintitrés años cumplidos. También se llevaron el dinero que con tanto coraje me he ganado a pesar de apenas hace dos días haberme querido rendir.  –“Son bienes materiales, lo bueno es que estás bien, Gracias a Dios” La neta es que siempre me ha chocado esa expresión, se me hace mediocre, conformista, el epítome de la opresión; sin embargo ayer lo dije y lo dije en serio. Y es que pensar en todas las posibilidades, los escenarios más oscuros y las mil quinientas variantes de un mismo hecho tan sólo me hace agradecer que así fue, que “no pasó a mayores”.

Yo no quiero tener miedo, yo no quiero dejar de caminar por la calle ni voltear paranoica a ver quién me sigue o revisarle las manos a todos aquellos que se aproximen. ¡NO! No voy a permitir que el miedo me limite, que sea un obstáculo entre lo que soy y lo que quiero ser. No voy a cambiar mi estilo de vida sólo porque otros han construido el suyo a través de quitarle un poco a los demás. Tampoco me voy a quedar callada, aquí no pasó nada, todo está bien. Porque todo no está bien. En un grupo de señoras, me dijeron: –“Yo por eso me atravieso por la avenida porque ya sabemos que en ese puente asaltan” ¡No la chinguen! Ya sabemos pero no hacemos nada, ya sabemos y permitimos, ya sabemos y cedemos, ya sabemos y contribuimos a ello. ¡No! Yo no.

No, no, no. Responsabilidad social, vivimos en comunidad. Común unidad. Significaciones compartidas que nos hacen parte de un mismo todo, identidad, historia colectiva. Pensamiento comunitario, acciones comunitarias, ver por ti, por el de la izquierda y el de la derecha, por los de arriba y por los de abajo. Pensar en las repercusiones de tus actos o de tu indiferencia ante los actos. Conciencia como conocimiento compartido; consciencia como conocimiento sobre el propio ser y su incidir en el entorno.


Voy a seguir brillando, voy a seguir hablando todo el día y hasta el hastío de la contraparte que me escuche. Voy a seguir quejándome de todo, voy a seguir denunciando lo que pasa, las consecuencias de lo que pasa, lo que no pasa y por qué es que no pasa. Yo no permito que un hecho me cambie la esencia. Yo sigo siendo ese fuego que con nada se apaga, que mientras más lo intenten, con más furor se enciende, ¿Acaso no tengo el cabello naranja?