miércoles, 2 de marzo de 2011

En medio de tantos cambios, una constante

“Es ese señor enorme y bigotón” decía de pequeña cuando alguien me preguntaba por mi papá. Y es que si ha habido una constante a lo largo de mi vida, es la presencia de esta importante persona en ella. Para empezar, él y mi mamá se conocieron un año antes de que yo naciera un miércoles 27 de febrero de 1991 en la ciudad de San José del Cabo B.C.S. Vivimos todos juntos ahí hasta que yo tenía como 2 años y medio, luego nos mudamos a Acapulco y mi papá seguía viviendo conmigo. De esa época no tengo muchos recuerdos ya que aun era muy chica; pero una imagen que permanece clara en mi mente es la de mi papá llevándome al Kínder en las mañanas y al mismo tiempo a mi mamá a la preparatoria.

Bueno, esto se supone que es una autobiografía, así que adelantemos un poco más el tiempo. Después de vivir en Acapulco un tiempo, nos mudamos a Cancún. Yo seguía siendo muy pequeña así que no me hacía mucha diferencia el cambio constante de ciudad; solo que en ésta ocasión, el código postal no fue lo único que cambió. Cuando yo tenía 4 años, mis papás se divorciaron. La verdad es que este suceso nunca significó un trauma para mí ya que era muy chica y nunca dejé de ver a mi papá, así que de hecho, yo lo veía como algo lindo y que me beneficiaba.

Fue a partir de esta etapa que me hice muy cercana a mi papá. Lo vía todos los fines de semana sin falta desde que salía del colegio hasta el domingo en la noche. El me consentía, jugaba conmigo, me llevaba a todos los lugares que quisiera y siempre me dejaba hacer todo. Para mí, los fines de semana eran lo mejor de todo. Pasaron unos cuantos años, cuando cumplí 7 mis papás tomaron la decisión de que yo viviera con mi papá un tiempo. Por supuesto que yo era la más feliz del mundo de pensar en que la vida serían vacaciones permanentes; pero no fue así. Mi papá me explicó que ahora que tenía que vivir con él las cosas cambiarían un poco ya que yo tenía que ir al colegio, hacer tareas, ir al doctor, etc. Total que fue un año el tiempo que viví con él, quizá el año en el que mejor lo llegué a conocer y en el que nos unimos más ya que no habíamos convivido mucho de manera cotidiana.

Luego sucedió lo inevitable, tuve que regresar con mi mamá porque decidió que nos mudaríamos de regreso a Los Cabos. El cambio de ciudad no me molestaba, ya que allá estaban todos mis primos, mis tíos, mis abuelos, en fin; toda mi familia. Lo que me preocupaba era que allá no tendría a mi papá puesto que él se quedaría en Cancún. Después de una difícil despedida me fui. Triste, pero sabiendo que no tendría que esperar mucho para volver a ver a esta tan importante persona en mi vida.

Y así fue. No pasaron más de dos meses desde que mi mamá y yo llegamos a mi ciudad natal para que un día mi papá me tomara por sorpresa después del colegio. Yo era la más feliz del mundo, por fin estaba con mi papi adorado y estaba segura de que no me volvería a dejar solita.

Los años que siguieron fueron sin duda los mejores de mi infancia ya que conforme yo crecía, mi relación con mi papá también. Lo veía muchísimo más seguido que antes, siempre íbamos de viaje a todos lados y todo parecía perfecto. Hasta que una vez más, me dieron la noticia de que las cosas volverían a cambiar. Debido a una oportunidad de trabajo, mi papá debía regresar a Cancún. Yo ya era más grande, tenía 11 años; sin embargo ésta ocasión me pesó más la separación de mi papá debido a la mala relación que yo llevaba con mi mamá.

Pero no todo fue drama y tragedias. Sí, vivía sola con mi mamá y ya no veía a mi papi los fines de semana, pero todas las vacaciones (sin falta) yo iba a Cancún a visitarlo y el tiempo perdido era compensado con creces. Después de unos cuatro veranos, me di cuenta que mi papá no regresaría a Los Cabos a vivir conmigo, pero eso no me afectaba, al contrario. Yo era feliz de irme a pasear todas las vacaciones con él y de tener mi vida en Cabo, tenía lo mejor de las dos cosas.

Y aunque después de los 11 años no volví a ver a mi papá con la frecuencia con que quisiera, puedo decir que mi relación con él es maravillosa. Mejor de la que nunca podré llegar a tener con mi mamá, por ejemplo. Yo crecí, pasé de la niñez a la pubertad, a la adolescencia y después a la independencia. Terminé la preparatoria y me vine a vivir a Guadalajara para entrar a la universidad, ya que si me quedaba en Cabo no tenía más opción que estudiar turismo o administración de empresas, y yo quería estudiar comunicación en el iteso.
Ahora que estoy acá, estoy prácticamente aislada de mi familia, sin embargo mi papá sigue siendo una figura importante en mi vida ya que es la persona que más se preocupa por mí, y que curiosamente veo con más frecuencia.

¿Qué quise decir con todo esto? Que mi vida ha estado formada por muchos cambios, que una de mis habilidades más desarrolladas es la capacidad de adaptarme a ellos y que uno de los personajes principales de la historia de mi vida es y seguirá siendo mi papá. Porque yo puedo crecer, puedo cambiar, puedo madurar, mil cosas cambiarán en mi vida. Pero si de algo estoy convencida es que ese señor grandote y bigotón continuará estando ahí, acompañándome en mi crecimiento, en mis metas, ilusiones y logros. 

No hay comentarios: