viernes, 29 de marzo de 2013

Tic toc, tic toc


Ilustración Humberto A. Padilla

Lo agitas, lo golpeas contra la pared. No funciona, lo tiras al suelo, lo pisas como si fuera una fea araña de esas que sólo salen de su escondite cuando estás sola. Sigue sonando, tic toc, tic toc. Le  has quitado las baterías, lo has arrojado contra cualquier superficie que se te haya atravesado… ¡Y sigue sonando! y es que por más que quisieras que se detuvieran las diminutas manecillas de ese reloj que permaneció en tu pared por tanto tiempo, no lo logras. 

El tiempo no se detiene, sigue, sigue y sigue. Tú te irás, terminará tu estadía por este lugar y las millones de manecillas seguirán girando, como siempre, en la misma dirección. Quizá sea para bien, piénsalo. Detener el tiempo sería como hacer trampa, ¿No? Todo sigue, apúrate que mientras buscas la manera de ponerle pausa a esto, te estás quedando atrás. Tic toc, tic toc. 

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