jueves, 22 de noviembre de 2012

Simetría perfecta


Balas que no son culpables de cuerpos tendidos en el pavimento; inertes, sin vida y con una historia inconclusa plasmada en las retinas.  Se dice que el arma no es la que mata. Son éstas tan sólo el medio para llegar a un fin, tristes mercenarias obligadas al más repudiado oficio, jugar a ser Dios.

Armas que perforan, que se insertan en materia generando orificios por los que se escapa esa vida que durante tanto tiempo permaneció aprisionada. Importancia que reside en el dueño de la mano que presiona el gatillo, ¿Quién es?, ¿Qué busca?

Pistolas, rifles, metralletas que fungen como métodos; tan comunes que ni siquiera llaman nuestra atención, al menos no como solían hacerlo. Arte con armas. ¿Ironía o complemento? Búsqueda de lo que se dice más allá de las palabras, en las fotografías en carpetas tamaño oficio, en los ecos sordos de aquél disparo que ha arrebatado una vida a costa de otra. Balas que mueren, balas suicidas, balas que hieren, matan y olvidan; se olvidan.

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